La amada
Publicado: Mar, 04 Mar 2014 21:21
...
No eres ni lugar ni sueño,
acaso turbio reflejo
que avanza, como un pellejo
pegado al alma, sin dueño.
De grietas es tu diseño,
preñado de luz que llora,
que te atraviesa y devora
el alma, plata tendida
que flota, así, suspendida
en versos ausentes de horas.
Y te me enroscas, coqueta,
en suaves gamas que clonan,
que viciosas se amontonan,
perfecta, sin tiempo, quieta.
Nosotros entre maletas,
pasajeros sin tabú
entre tus pechos, y tú
aunque aparezcas desierta,
azul, lejos, casi muerta,
solo es un brillo en tisú.
Me agarro fiel e inconsciente
a tu metálica boca,
tu saliva dulce choca
con tu nostalgia caliente.
Y tus labios de repente,
se cierran, tristes se escapan
dándome un tajo se empapan
de un aroma de añoranza,
que se aferra como alianza
de voces que al alma atrapan.
A un ritmo calmo en mareas,
navego, sin fin, absorto,
a tu cintura me importo
que en dos orillas meneas,
me dejo hundir si siseas,
tu carne abierta no miente,
me arropa ya tiernamente
entre vías ondulantes,
solos tu y yo, dos amantes
mientras tus venas vadeas.
¿Me ves? En ti ya amanece.
Nunca te dejé, he soñado
en cada suspiro un fado
que a fuego lento se cuece;
vas conmigo, en mi florece
tu sombra, que en ti me espera,
y hacernos uno aunque muera
de este delirio que embriaga,
como un dolor se propaga,
como si el sol se partiera.
¡Y abrazarte con mis ojos!
En tu lengua que ya es mía,
como un laberinto fluía
libre de todo cerrojo,
retumban latidos rojos
en mi sangre, que ya es tuya,
el ultramar me murmulla
que mi vida es ya volver
a tu esencia de mujer
y que en tu amor me zambulla.
Saltando desde tu proa
para en tí reconocerme,
para en mí reconocerte,
¡linda y amada Lisboa!
.
.
.
No eres ni lugar ni sueño,
acaso turbio reflejo
que avanza, como un pellejo
pegado al alma, sin dueño.
De grietas es tu diseño,
preñado de luz que llora,
que te atraviesa y devora
el alma, plata tendida
que flota, así, suspendida
en versos ausentes de horas.
Y te me enroscas, coqueta,
en suaves gamas que clonan,
que viciosas se amontonan,
perfecta, sin tiempo, quieta.
Nosotros entre maletas,
pasajeros sin tabú
entre tus pechos, y tú
aunque aparezcas desierta,
azul, lejos, casi muerta,
solo es un brillo en tisú.
Me agarro fiel e inconsciente
a tu metálica boca,
tu saliva dulce choca
con tu nostalgia caliente.
Y tus labios de repente,
se cierran, tristes se escapan
dándome un tajo se empapan
de un aroma de añoranza,
que se aferra como alianza
de voces que al alma atrapan.
A un ritmo calmo en mareas,
navego, sin fin, absorto,
a tu cintura me importo
que en dos orillas meneas,
me dejo hundir si siseas,
tu carne abierta no miente,
me arropa ya tiernamente
entre vías ondulantes,
solos tu y yo, dos amantes
mientras tus venas vadeas.
¿Me ves? En ti ya amanece.
Nunca te dejé, he soñado
en cada suspiro un fado
que a fuego lento se cuece;
vas conmigo, en mi florece
tu sombra, que en ti me espera,
y hacernos uno aunque muera
de este delirio que embriaga,
como un dolor se propaga,
como si el sol se partiera.
¡Y abrazarte con mis ojos!
En tu lengua que ya es mía,
como un laberinto fluía
libre de todo cerrojo,
retumban latidos rojos
en mi sangre, que ya es tuya,
el ultramar me murmulla
que mi vida es ya volver
a tu esencia de mujer
y que en tu amor me zambulla.
Saltando desde tu proa
para en tí reconocerme,
para en mí reconocerte,
¡linda y amada Lisboa!
.
.
.