Agónicos vértigos
Publicado: Mar, 18 Feb 2014 22:29
AGÓNICOS VÉRTIGOS
En el callado túnel se fueron aireando
gallardamente sus agrestes huellas,
que imborrables se repiten vencedoras
cual chacal pisa seguro ante la presa.
Abrazadme entre matorrales y espiga,
que las piedras sean miembros en heridas
cuando la dermis me contemple llorosa
con serpenteantes muñones en agónicos vértigos.
Heme aquí bajo el sombrío ocaso,
ahuyentando truenos,
defendiendo la propiedad que me pertenece.
Ruidos inclinados aspiran el aire
entre ávidas entrañas que aún palpitan
y suspiran ante sus dientes.
Soy cruz,
víctima en raíces de arterias
que arrebata al hijo de mi quebrado vientre
hurtando capilares azulados,
entre tanto el cautivador latido
vive y muere en repudiados segundos.
Decidme si el canto estrangulador
no enmudece la palabra,
si el aliento reclamado no hiere al corazón
cuando el retrato es hielo negro
fidedigno esclavo del dolor.
Miradme, sin nombrar al desperfecto rostro,
asesino de almas,
que con látigos de cuero y golpes triunfales
enlutó lo que más amaba
y ahora, ya no somos nada.
Quisiera morir guareciéndome en sombras infames,
ser ceniza en fondo de nieblas
al igual que un cuerpo
es víctima en boca carnívora de animales.
Tragadle con garfios de púas sobre crispadas corrientes
en las falsas telarañas moribundas,
mientras los cristales punzantes
arraigan sepultura en la sal de la sangre.
Siempre fui paciente,
el aire ya no habita en mis pulmones,
ya no reposo en el mar,
ni en el amanecer,
ni en las ciudades,
solo espero la alegría de tu anhelado abrazo.
Autora: Silvia Savall
En el callado túnel se fueron aireando
gallardamente sus agrestes huellas,
que imborrables se repiten vencedoras
cual chacal pisa seguro ante la presa.
Abrazadme entre matorrales y espiga,
que las piedras sean miembros en heridas
cuando la dermis me contemple llorosa
con serpenteantes muñones en agónicos vértigos.
Heme aquí bajo el sombrío ocaso,
ahuyentando truenos,
defendiendo la propiedad que me pertenece.
Ruidos inclinados aspiran el aire
entre ávidas entrañas que aún palpitan
y suspiran ante sus dientes.
Soy cruz,
víctima en raíces de arterias
que arrebata al hijo de mi quebrado vientre
hurtando capilares azulados,
entre tanto el cautivador latido
vive y muere en repudiados segundos.
Decidme si el canto estrangulador
no enmudece la palabra,
si el aliento reclamado no hiere al corazón
cuando el retrato es hielo negro
fidedigno esclavo del dolor.
Miradme, sin nombrar al desperfecto rostro,
asesino de almas,
que con látigos de cuero y golpes triunfales
enlutó lo que más amaba
y ahora, ya no somos nada.
Quisiera morir guareciéndome en sombras infames,
ser ceniza en fondo de nieblas
al igual que un cuerpo
es víctima en boca carnívora de animales.
Tragadle con garfios de púas sobre crispadas corrientes
en las falsas telarañas moribundas,
mientras los cristales punzantes
arraigan sepultura en la sal de la sangre.
Siempre fui paciente,
el aire ya no habita en mis pulmones,
ya no reposo en el mar,
ni en el amanecer,
ni en las ciudades,
solo espero la alegría de tu anhelado abrazo.
Autora: Silvia Savall