Carolirma
Publicado: Mié, 23 Abr 2008 19:51
...con unas breves "ganas" de inmolar a algunos poetas y traer esa memoria fotografica de una mujer de trenzas y escafandras...
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Carolirma
Pound, Williams, Eliot
y los hijos de la chingada
cargan huesos blancos y
mandrágoras.
Han profanado tu sepulcro
y cortado sus cabellos
allí van -¿los vés?- por Insurgentes Sur
a la altura
de una disco de gays
frente al parque de la Bombilla
donde un día de 1928
el Minotauro asesinó a Polifemo
bajo la complacencia de Plutarco.
Grandes tormentas nos aguardan J.R.
pero el desquiciante
olor de los nardos de Termópilas,
ha llenado con su sangre
los jardines de la región Lacandona
y las avenidas de Tecamachalco.
W.B. Yeats, Dylan Tomas, W.H. Auden y
aquellos pendejos
que resucitaron un día de pascua,
llevan en sus vientres
la sangre que derramaron
la Hélade y los hijos de Ilión:
por sus trenzas J.R.
Por las trenzas
con que ahorcaste a Judá.
Esas trenzas que usaba Irma Carolina
una mañana de Octubre.
Y con las que fue tejiendo
-al igual que Helena-, una red
donde caímos yo y los cuervos.
Hay frutos de aquella sangre,
de aquél camino
donde fueron crucificados
aquellos mismos frutos.
Propiciados por evidencias
de Wilde y Blake y Lawrence,
que, abjurando el bautismo y
el atardecer de seres nocturnos,
han despertado mis párpados
sobre una piedra que usó Tlacaelél
seiscientos años atrás,
y que ahora, llamada cinemascope:
ha encontrado la premonición del ocaso
de aquél mundo
de amados.
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Carolirma
Pound, Williams, Eliot
y los hijos de la chingada
cargan huesos blancos y
mandrágoras.
Han profanado tu sepulcro
y cortado sus cabellos
allí van -¿los vés?- por Insurgentes Sur
a la altura
de una disco de gays
frente al parque de la Bombilla
donde un día de 1928
el Minotauro asesinó a Polifemo
bajo la complacencia de Plutarco.
Grandes tormentas nos aguardan J.R.
pero el desquiciante
olor de los nardos de Termópilas,
ha llenado con su sangre
los jardines de la región Lacandona
y las avenidas de Tecamachalco.
W.B. Yeats, Dylan Tomas, W.H. Auden y
aquellos pendejos
que resucitaron un día de pascua,
llevan en sus vientres
la sangre que derramaron
la Hélade y los hijos de Ilión:
por sus trenzas J.R.
Por las trenzas
con que ahorcaste a Judá.
Esas trenzas que usaba Irma Carolina
una mañana de Octubre.
Y con las que fue tejiendo
-al igual que Helena-, una red
donde caímos yo y los cuervos.
Hay frutos de aquella sangre,
de aquél camino
donde fueron crucificados
aquellos mismos frutos.
Propiciados por evidencias
de Wilde y Blake y Lawrence,
que, abjurando el bautismo y
el atardecer de seres nocturnos,
han despertado mis párpados
sobre una piedra que usó Tlacaelél
seiscientos años atrás,
y que ahora, llamada cinemascope:
ha encontrado la premonición del ocaso
de aquél mundo
de amados.