El Día del Libro y la memoria del amigo
Publicado: Mié, 23 Abr 2008 17:47
Luís Pastrana, Cronista Oficial de León y El Día del Libro
El Día del Libro nos acerca, a través de las páginas escritas, a sus hacedores, esas personas abnegadas en el trabajo de las palabras que llamamos escritores.
Los escritores son, se me antoja, hermosos troncos que sujetan y multiplican en las hojas de sus ramas el oxígeno que enriquece el aire que respiramos. Son vida.
Los árboles nos dan vida, también, con su sombra. Cuando desaparecen los árboles, desaparece la sombra, y un hueco con luz extraña se abre en torno de lo que fue el espacio que ocuparon sus troncos y la frondosidad de sus ramas; desaparece el rumor del aire y nos sobrecoge una indescriptible sensación de orfandad. En invierno nos traen sombras grises de agua y frío desprendidas de las ramas sin hojas. En verano, la rotundidad de un sol vencido en las copas verdes. En la primavera, sombra fresca de tallos nuevos y lluvias. Otoño es sombra larga envuelta en colores que se van haciendo lentamente para volar al suelo.
Sin luz no hay sombra; sin árboles no hay sombra buena, que es, incluso, la sombra de otra sombra mayor que es la noche.
De sombras buenas viven las personas buenas; que luego están las malas sombras, sombras hechas con los mordiscos que da la vida...
Luís Pastrana, a través de lo que fue su vida y de lo que es su obra, continúa siéndonos necesario y dador de vida, de buena sombra, cuando con la discreción e intuición que le caracterizaban apuntaba la denuncia, a veces la protesta, a través de los datos ofrecidos en sus trabajos, que acaban siendo retrato y reivindicación de nuestra condición de leoneses, porque "antes hubo mucho de olvido y todo de abandono" (dice de forma directa al hablar de Peñalba, Montes y Compludo-1987) y así, pienso, ahora como entonces que "el camino es una senda para la aventura y las galochas".
En gran medida ese olvido y abandono convierte el tránsito por nuestra realidad en una aventura no exenta de riesgos, siendo el mayor y más grave aquel que desdibuja nuestra memoria de tanto mirar sin ver y oír sin escuchar. Y es que Luís Pastrana se dedicó en gran parte a la tarea de ver y escuchar para alimentar la memoria que nos hace fértiles como ciudadanos de un país que proclamaba a sus reyes al grito de ¡León, León, León y todo su Reíno...!(Políticas Ceremonias, pag.183) desde los balcones del Ayuntamiento y ante el pueblo.
El Día del Libro nos abre las páginas de la vida en cada obra de cada escritor. Y en León, tenemos si no muchos, sí buenos escritores; y, algunos, muy buenos. Y con todos ellos tenemos contraída una deuda de gratitud con los que -y especialmente con Luís Pastrana- dificilmente podremos saldar, aunque podemos intentar devolverles un poco de cuanto nos dan, simplemente leyéndolos, acogiéndonos a su siempre generosa oferta.
Necesitamos los libros. Necesitamos a los escritores. Buscamos la protección de la sombra y encontramos la generosidad de los árboles, de las personas que nos tienden los brazos y nos acogen y dan un descanso a nuestro camino. Luís Pastrana, Cronista Oficial de León, fue una de estas personas. Lo sigue siendo. Es la buena sombra.
El Día del Libro nos acerca, a través de las páginas escritas, a sus hacedores, esas personas abnegadas en el trabajo de las palabras que llamamos escritores.
Los escritores son, se me antoja, hermosos troncos que sujetan y multiplican en las hojas de sus ramas el oxígeno que enriquece el aire que respiramos. Son vida.
Los árboles nos dan vida, también, con su sombra. Cuando desaparecen los árboles, desaparece la sombra, y un hueco con luz extraña se abre en torno de lo que fue el espacio que ocuparon sus troncos y la frondosidad de sus ramas; desaparece el rumor del aire y nos sobrecoge una indescriptible sensación de orfandad. En invierno nos traen sombras grises de agua y frío desprendidas de las ramas sin hojas. En verano, la rotundidad de un sol vencido en las copas verdes. En la primavera, sombra fresca de tallos nuevos y lluvias. Otoño es sombra larga envuelta en colores que se van haciendo lentamente para volar al suelo.
Sin luz no hay sombra; sin árboles no hay sombra buena, que es, incluso, la sombra de otra sombra mayor que es la noche.
De sombras buenas viven las personas buenas; que luego están las malas sombras, sombras hechas con los mordiscos que da la vida...
Luís Pastrana, a través de lo que fue su vida y de lo que es su obra, continúa siéndonos necesario y dador de vida, de buena sombra, cuando con la discreción e intuición que le caracterizaban apuntaba la denuncia, a veces la protesta, a través de los datos ofrecidos en sus trabajos, que acaban siendo retrato y reivindicación de nuestra condición de leoneses, porque "antes hubo mucho de olvido y todo de abandono" (dice de forma directa al hablar de Peñalba, Montes y Compludo-1987) y así, pienso, ahora como entonces que "el camino es una senda para la aventura y las galochas".
En gran medida ese olvido y abandono convierte el tránsito por nuestra realidad en una aventura no exenta de riesgos, siendo el mayor y más grave aquel que desdibuja nuestra memoria de tanto mirar sin ver y oír sin escuchar. Y es que Luís Pastrana se dedicó en gran parte a la tarea de ver y escuchar para alimentar la memoria que nos hace fértiles como ciudadanos de un país que proclamaba a sus reyes al grito de ¡León, León, León y todo su Reíno...!(Políticas Ceremonias, pag.183) desde los balcones del Ayuntamiento y ante el pueblo.
El Día del Libro nos abre las páginas de la vida en cada obra de cada escritor. Y en León, tenemos si no muchos, sí buenos escritores; y, algunos, muy buenos. Y con todos ellos tenemos contraída una deuda de gratitud con los que -y especialmente con Luís Pastrana- dificilmente podremos saldar, aunque podemos intentar devolverles un poco de cuanto nos dan, simplemente leyéndolos, acogiéndonos a su siempre generosa oferta.
Necesitamos los libros. Necesitamos a los escritores. Buscamos la protección de la sombra y encontramos la generosidad de los árboles, de las personas que nos tienden los brazos y nos acogen y dan un descanso a nuestro camino. Luís Pastrana, Cronista Oficial de León, fue una de estas personas. Lo sigue siendo. Es la buena sombra.