Editorial Alaire

Acudo al llanto
de la Dama Blanca,
la escucho,
me abraza,
es devota aliada, guía
y compañera,
me aletarga cuando quiero
ser persona
me serena si deseo
que los demás lo sean.

Es la voz de la dormidera,
la amapola celeste que entra en vena
y penetra,
destilándose en la conciencia.

El zippo y la cuchara,
la sangre traicionera,
el enfoque templado de un saber
que no cree en nada.

Vivo de sus redes,
junto a Morfeo destilando
las dulces aguas del Leteo,
como esclavo, amo y dios,
como caballo diligente,
como gusano que ansía
atravesar la corteza terrestre,
atravesar la corteza terrestre,
y en un hueco de arcilla alba
dejar los huesos, sin marca,

sin nombre

sin cruces

ni estrellas

ni lápida.

Es muy bello esto, porque la belleza también está ahí, en esos últimos estratos, o en los primeros, quién sabe desde dónde uno se pone a contar. Estos versos me hipnotizaron:
"me aletarga cuando quiero
ser persona
me serena si deseo
que los demás lo sean."
Abrazos, Israel.

Dama Blanca es un nubarrón de belleza y lirismo, Israel. Certeras sus notas, intrigante el aroma de barro cansado que exhala.

Muy bien escrito, poeta nuestro.

Abrazo de los grandes.

Me gustó el poema. Un abrazo

Esteban

El oscuro abrazo de la Dama Blanca anudando al olvido la conciencia. Felicidades por el poema, Israel. Un abrazo.

Espectacular poema, Israel.

Es de una belleza indescriptible.

Aplausos a montones
Un beso
Ana

La Dama Blanca entre la luz y la oscuridad. A lo peor no arranca la marcha
atrás y todo fluye hacia el desconcimiento.

Un abrazo felidades por tu poema en blanco y negro.