El niño de Senegal
Publicado: Vie, 10 Ene 2014 20:01
Hoy rezo para que la lluvia salve
tu alma de branquia ensangrentada.
Gigantes carámbanos atraviesan tu mirada, niño
y uno descubre allí tumbas luminosas del fauno.
Te has vuelto un clavo que crucifica la indiferencia
sin piedad en mi pecho -que ya es el edén de los clavos.
Nunca las sandalias de la verdad tuvieron tantos huecos
que cuando decidieron abrazar tu suerte de hoja
desparramada del cierzo, convertida en hacha de otoño.
Y soplas dientes de león como si abrigaras la selva de rotos cielos
en un inútil intento de cruzar más allá de los labios.
Soy el corazón de tu hambre que late al revés de la existencia
y eres mi hambre de poemas y banderas vencidas
entre espinas más anchas que la frente de dios.
Recibe mis besos óvalos como setas del polvo.
Nunca has de conocer la calle de las farmacias,
-eres el entierro de las cometas de papel.
Y yo perduro en cráteres de soledad,
soy magma de los abrazos nunca recibidos.
Te crecen plegarias en el sueño
que hacen de los rinocerontes pequeños ángeles
y de los ángeles gordos rinocerontes.
Dime cuantas vidas hacen falta para sufrir todo lo que sufres
y te diré cuantas vaginas de ausencia derrotadas por saliva
hacen falta para olvidar lo amado.
tu alma de branquia ensangrentada.
Gigantes carámbanos atraviesan tu mirada, niño
y uno descubre allí tumbas luminosas del fauno.
Te has vuelto un clavo que crucifica la indiferencia
sin piedad en mi pecho -que ya es el edén de los clavos.
Nunca las sandalias de la verdad tuvieron tantos huecos
que cuando decidieron abrazar tu suerte de hoja
desparramada del cierzo, convertida en hacha de otoño.
Y soplas dientes de león como si abrigaras la selva de rotos cielos
en un inútil intento de cruzar más allá de los labios.
Soy el corazón de tu hambre que late al revés de la existencia
y eres mi hambre de poemas y banderas vencidas
entre espinas más anchas que la frente de dios.
Recibe mis besos óvalos como setas del polvo.
Nunca has de conocer la calle de las farmacias,
-eres el entierro de las cometas de papel.
Y yo perduro en cráteres de soledad,
soy magma de los abrazos nunca recibidos.
Te crecen plegarias en el sueño
que hacen de los rinocerontes pequeños ángeles
y de los ángeles gordos rinocerontes.
Dime cuantas vidas hacen falta para sufrir todo lo que sufres
y te diré cuantas vaginas de ausencia derrotadas por saliva
hacen falta para olvidar lo amado.