Editorial Alaire

Vagamos por las calles adheridos a la soledad de las farolas. Infinita la lluvia en los portales, infinita la niebla que nos cubre como un manto maldito en el invierno. Te miro en la distancia y te veo soñando, como si todo fuera un sueño enamorado de los árboles. Deambulamos sin norte por aceras, a pesar de que todo parece tan real. Invisibles tornamos las palabras en besos clandestinos que se esconden en cuartos y pensiones de las miradas de la gente. Inevitable el lodo de la herida que atrapa sin rozar nuestro antro de luz.
La ciudad nos carcome las entrañas y nos llena de dudas. La incertidumbre crece en las plazas con pájaros de sombra que emigran por el cielo de los tristes.
Caminamos con viento por las avenidas de lo oculto y decimos los nombres de los que se fueron al abismo.
Los barrios intangibles conforman nuestra sangre mientras la vida pasa sin notarlo como una papelera de metal.
Asombrados leemos nuestra historia como una lista antigua de deseos.
Las alamedas se alzan prepotentes como lugares níveos, mientras somos conscientes de todos los enigmas de los edificios de la urbe. Nuestras huellas nos marcan con las señales de humo y los jeroglíficos amados.
Los autobuses rojos nos llevan a los nidos del amor, donde todos los gestos se graban para siempre en las escaleras lujuriosas. Paradas de tranvías y trenes de la infancia, escaparates lúdicos de visiones nostálgicas.
Una juguetería en una esquina nos recuerda al niño que algún día fuimos, en los relojes sin agujas. Muñecas, construcciones, bicis, rompecabezas y triciclos.
La infancia sumergida en un escaparate de silencio.
Avanzamos con guantes y bufandas por lugares sin dueño. Nos enseñoreamos de los cruces, las ventanas, la luna, las piedras, el asfalto y los ambulatorios que se duermen.
Baños públicos grises donde entramos sin ruido para darnos un beso subrepticio.
Los bares con sus gentes y su hastío. Sordidez de la vida trepidante.
Somos los reyes de esta ciudad sin nombre, mientras todo declina en el silencio.


Ana Muela Sopeña

Me gusta cuando escribes prosa poética. Tiene encanto y nostalgia.
Besos
Pilar

Gracias, Pilar, por pasar por lo mío...

Un beso
Ana

Ana Muela Sopeña escribió:Vagamos por las calles adheridos a la soledad de las farolas. Infinita la lluvia en los portales, infinita la niebla que nos cubre como un manto maldito en el invierno. Te miro en la distancia y te veo soñando, como si todo fuera un sueño enamorado de los árboles. Deambulamos sin norte por aceras, a pesar de que todo parece tan real. Invisibles tornamos las palabras en besos clandestinos que se esconden en cuartos y pensiones de las miradas de la gente. Inevitable el lodo de la herida que atrapa sin rozar nuestro antro de luz.La ciudad nos carcome las entrañas y nos llena de dudas. La incertidumbre crece en las plazas con pájaros de sombra que emigran por el cielo de los tristes.Caminamos con viento por las avenidas de lo oculto y decimos los nombres de los que se fueron al abismo.Los barrios intangibles conforman nuestra sangre mientras la vida pasa sin notarlo como una papelera de metal.Asombrados leemos nuestra historia como una lista antigua de deseos.Las alamedas se alzan prepotentes como lugares níveos, mientras somos conscientes de todos los enigmas de los edificios de la urbe. Nuestras huellas nos marcan con las señales de humo y los jeroglíficos amados.Los autobuses rojos nos llevan a los nidos del amor, donde todos los gestos se graban para siempre en las escaleras lujuriosas. Paradas de tranvías y trenes de la infancia, escaparates lúdicos de visiones nostálgicas.Una juguetería en una esquina nos recuerda al niño que algún día fuimos, en los relojes sin agujas. Muñecas, construcciones, bicis, rompecabezas y triciclos.La infancia sumergida en un escaparate de silencio.Avanzamos con guantes y bufandas por lugares sin dueño. Nos enseñoreamos de los cruces, las ventanas, la luna, las piedras, el asfalto y los ambulatorios que se duermen.Baños públicos grises donde entramos sin ruido para darnos un beso subrepticio.Los bares con sus gentes y su hastío. Sordidez de la vida trepidante.Somos los reyes de esta ciudad sin nombre, mientras todo declina en el silencio.||Ana Muela Sopeña

Ana, me había perdido esta belleza. Una calle con toda la humanidad que cabe en tu palabra. Salve tu verbo, compañera.

Aplausos miles y un abrazo fuerte.

Gracias, Hallie. Es siempre una alegría tenerte como lectora.

Un fuerte abrazo, amiga
Ana

Hola Ana, me ha gustado mucho el poema, gracias, un beso.

Gracias a ti, Manuel, por leerme y brindarme tus palabras...

Un beso
Ana

Muy hermoso poema, amiga Ana, un viaje por la desolación, nos revelas un universo gótico, que a mi parecer evocas con maestría. Hay muchos detalles que evocan la realidad de nuestros días y esto lo hace actual, un poema moderno. Abrazo y felicitaciones sinceras.

Gracias, Marius, por pasar por mi prosa poética y brindarme tu comentario.

Un fuerte abrazo, amigo poeta
Ana

Ana Muela Sopeña escribió:Somos los reyes de esta ciudad sin nombre, mientras todo declina en el silencio.

Quién no vivió esta experiencia. Quién no dejó su sombra en los rincones de la ciudad. Quién no escondió su amor (¡resplandeciente amor!) en las cuevas de los nidos del amor furtivo.

Quisiera tener palabras para decirte que tu creación poética trasciende lo vulgar, lo reescrito mil veces. Que se eleva y penetra en las nubes de lo excelso.

Quisiera tener palabras para decirte que tus versos se beben como agua purísima, como agua recién brotada de las entrañas de la tierra madre.

No quisiera que una obra poética de esta magnitud sentimental cayera en los fosos del foro.

¡Arriba con esta poesía!


Besos.

Jerónimo

Maravilloso poema Ana, merece muchísimas lecturas, me he visto entre los versos. Magnífico de verdad. Un placer leerte.

Besos,

Carmen

Pocos poetas hay como tú que manejen el entorno urbano con tal maestría. Yo también suelo tomar la ciudad como motivo poético pero no de la forma en que tú le das vida y emoción. Ya te lo han dicho los compañeros, un texto soperlativo. Felicidades y un abrazo.

Agradezco mucho, Jerónimo, tus palabras. Y...que hayas subido este poema desde las profundidades...

La ciudad está llena de magia para mí. Eso es siempre lo que quiero transmitir.

Un fuerte abrazo
Ana

Muchas gracias, Carmen, por tus palabras tan efusivas.

Un fuerte abrazo
Ana

Ana:
¡Muy buen trabajo!

Felicitaciones.
Hebert.