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El carruaje

Publicado: Mar, 31 Dic 2013 6:23
por Marius Gabureanu
Porque he caído
a morirme de sombra
como caballos en fuga, de rodillas en pleno invierno
y mi respiración ha empezado a moldear unos cráteres en la nieve.
Y alguna mujer que nunca tuvo un hijo
ha venido sin preguntar
seguida por curiosos y otras cosas que cargaban gente
de las que no recuerdo sus nombres.
Después el carruaje,
yo adentro cubierto por sábanas
y los caballos subiendo la colina con memorias de niño,
la calvicie con la que se asoma la inocencia de entre la sangre.
Destapad los ojos de la yegua, gritaba
dejad que el horizonte de la muerte cumpla su funcionalidad imprevisible.
A ratos el silencio hizo un cristal que atravesó la cúpula
y volvió con trofeos
mientras los curiosos se felicitaban entre sí
y empezaban a escoger entre las cabezas de tigre, inventaban la placenta de la idea compartida.
Porque sólo los tigres mueren así, fue la conclusión de todos,
llevados por un iceberg
a latitudes inesperadas
y que esa era la misma razón
por la cual uno puede ser en la nieve, o caballos en la nieve, da igual.

Publicado: Mar, 31 Dic 2013 7:15
por M. Sánchez
Me ha gustado mucho este poema, y su tratamiento. Mi felicitación.
Un fuerte abrazo.

Publicado: Mar, 31 Dic 2013 7:22
por Marius Gabureanu
Gracias Manuel, me quedaba la duda, no estaba seguro si es poema u otra cosa, como los espejos del cerebro que uno mismo desconoce. Mis abrazos en esta mañana. Mucha felicidad y prosperidad para 2014.

Publicado: Mar, 31 Dic 2013 17:19
por Israel Liñán
Leer un poema tuyo es una experiencia Marius, tus versos están impregnados de una imaginería, de una fuerza muy personales. Me encanta.

Un abrazo y que tengas una buena entrada en el 2014.

Publicado: Mié, 01 Ene 2014 12:30
por Guillermo Cumar.
Latitudes exquisitas de poesía en la que la metáfora da vida a tu sentir y buen hacer.

un abrazo

Re: El carruaje

Publicado: Mié, 01 Ene 2014 12:56
por Hallie Hernández Alfaro
Marius Gabureanu escribió:Porque he caído
a morirme de sombra
como caballos en fuga, de rodillas en pleno invierno
y mi respiración ha empezado a moldear unos cráteres en la nieve.
Y alguna mujer que nunca tuvo un hijo
ha venido sin preguntar
seguida por curiosos y otras cosas que cargaban gente
de las que no recuerdo sus nombres.
Después el carruaje,
yo adentro cubierto por sábanas
y los caballos subiendo la colina con memorias de niño,
la calvicie con la que se asoma la inocencia de entre la sangre.
Destapad los ojos de la yegua, gritaba
dejad que el horizonte de la muerte cumpla su funcionalidad imprevisible.
A ratos el silencio hizo un cristal que atravesó la cúpula
y volvió con trofeos
mientras los curiosos se felicitaban entre sí
y empezaban a escoger entre las cabezas de tigre, inventaban la placenta de la idea compartida.
Porque sólo los tigres mueren así, fue la conclusión de todos,
llevados por un iceberg
a latitudes inesperadas
y que esa era la misma razón
por la cual uno puede ser en la nieve, o caballos en la nieve, da igual.


Exaltado y bellísimo se mueve el poema en mares negros y profundos.
Vértigo, sal, blancura, resurrección, plegaria. Todo en tu conciencia artística fulgurando, marcando hitos.

Abrazo enorme y Feliz Año Nuevo, querido Marius.