Editorial Alaire

Invisible la anciana
se oculta en su habitáculo de niebla
y rompe cada día la penumbra
con su rutina gris entre pasillos.

Se levanta en la sombra de sus miedos
y desayuna siempre al mediodía
como si el mundo fuera un vals sin ritmo.

Después limpia la casa como un símbolo
y sale un cuarto de hora
a comprar la comida y el periódico.

Con la televisión acalla el pánico
y disfruta de voces
que le hacen recordar cuando era joven.

La tarde va pasando lentamente
y la noche se cierne sobre el hálito
de su cuerpo sensible
a la soledad más infinita.

Anochece en su túnel de silencio
y prepara la cena con desidia.

Observa quietamente
una silueta oscura en el salón
y se atemoriza con fantasmas
que invaden el portal del edificio.

Visiona una película famosa
y luego lee un libro
exorcizando la ansiedad
que le produce el hecho de la muerte.

Invisible en el nido
rememora su vida muy despacio
y cada noche pide suspirando
que los días se alarguen para siempre.

Se acuesta entre sollozos inaudibles
y pide al universo
tan sólo un día más...


Ana Muela Sopeña

Me gustan los poemas que despiertan la conciencia social y a ti te veo comprometida en ese empeño, éste es precioso y emocionan tus versos.
Abrazos
Pilar

La soledad es dura...y siente y piensa...y calla. No suele haber nadie al otro lado
que ponga su atención y compañía al servicio de tantos días iguales.
Me encanto leerte esos sensibles versos que son vela en la batiente oscuridad que
dignificas.

Un abrazo.

Tristes y realistas versos que emocionan al leer. Muy buenas imágenes, Ana. Mis felicitaciones sinceras, amiga. Un abrazo.

Conmovedores tus versos, transmites la densidad del ambiente, el lento pendular del tiempo de quien habita en soledad... y la angustía del condenado a muerte que, ante la inminencia de su ejecución, olvida que está preso.

Recibe un abrazo y mis deseos por un 2014 pleno de amor y compañías.

Gracias, Pilar, por venir a estos versos de soledad.

Un fuerte abrazo
Ana

Gracias, Guillermo. La soledad de una anciana tiene que ser dura. Cuando ya todos se han ido y ella sigue viva, pero casi sin interactuar socialmente...

Eso he querido describir...

Un fuerte abrazo
Ana

Muchas gracias, Luis, por tus palabras tan efusivas.

Un fuerte abrazo
Ana

Es un triste y duro poema que refleja una realidad que existe y que es visible en muchos barrios obreros de mi ciudad, barrios que hace treinta años eran hervideros de vida y hoy son espacios habitados por ancianos, muchos de ellos muy solos.

Un abrazo.

Sí, la soledad se ensaña con los más desprotegidos, siempre, y en tus letras lo hemos visto.


Un placer venir, compañera.

Tu texto me hace preguntarme: ¿qué hacer cuando todo ha desaparecido? La vejez, en soledad, la rutina que nace de la desidia, del no hacer nada, me abruma.

Gracias por recordarme que morimos.

Describes de forma elocuente las soledad en la que viven muchas personas mayores. Siempre me gusta leerte. Un abrazo y feliz año.