A ratos
Publicado: Mié, 25 Dic 2013 23:20
A ratos quisiera ser más carne en algún momento; quizás, ¡quién sabe!
y saber del mundo del amor en el presente de un beso. No;
mejor en un abrazo levantando un mediodía de diamante en torno.
En el adentro de unos brazos la vida es diferente, contiene otra magnitud,
como un beso que palpa y, táctil, respira una atmósfera humana.
El abrazo desnudo de tiempo es la delicia constante
envolvente de piel y hueso, que suspira.
Luz en redondo que arrebata y levanta dos soles en uno.
En la distancia la frondosidad es diferente,
pues sin carne la vibración del átomo singular es etérea.
Por eso a ratos quisiera la nervadura de todo el orbe en un abrazo
con ese arrebato inminente de quien lo lleva esperando siglos.
Yo necesito los dos tamaños: el ángel desnudo y la carne a un tiempo,
como quien pide en el ahora el absoluto del amor místico
con ahincó y gozo en la palabra y el universo en el gesto,
que se acerca solícito prodigando amor de cisne puro.
A ratos sé de la impaciencia del espíritu y de la carne
que es raudal de agua y horizonte exacto, ancho,
una orilla femenina sobre una ribera masculina,
como uno, desde siempre y por toda la eternidad.
A ratos se yerguen los trigales con aroma hondo de Cosmos
y el murmullo de promesas que esperan en un cielo dilatado.
y saber del mundo del amor en el presente de un beso. No;
mejor en un abrazo levantando un mediodía de diamante en torno.
En el adentro de unos brazos la vida es diferente, contiene otra magnitud,
como un beso que palpa y, táctil, respira una atmósfera humana.
El abrazo desnudo de tiempo es la delicia constante
envolvente de piel y hueso, que suspira.
Luz en redondo que arrebata y levanta dos soles en uno.
En la distancia la frondosidad es diferente,
pues sin carne la vibración del átomo singular es etérea.
Por eso a ratos quisiera la nervadura de todo el orbe en un abrazo
con ese arrebato inminente de quien lo lleva esperando siglos.
Yo necesito los dos tamaños: el ángel desnudo y la carne a un tiempo,
como quien pide en el ahora el absoluto del amor místico
con ahincó y gozo en la palabra y el universo en el gesto,
que se acerca solícito prodigando amor de cisne puro.
A ratos sé de la impaciencia del espíritu y de la carne
que es raudal de agua y horizonte exacto, ancho,
una orilla femenina sobre una ribera masculina,
como uno, desde siempre y por toda la eternidad.
A ratos se yerguen los trigales con aroma hondo de Cosmos
y el murmullo de promesas que esperan en un cielo dilatado.