Editorial Alaire

Vivimos en un cuadradito.

En uno de sus vértices hay un parque con un árbol grande y una hilera de pequeños. Después una vereda de losetas lleva hasta a una fuente donde a Neptuno hace unos años le robaron el tridente.

Vivimos entre siete calles. Todas cuesta arriba menos una, que cuando llueve se pone cuesta abajo para que el agua vierta al río.

Porque tenemos un río. Un río color beige, discreto y aparentemente varonil. Y en el río una bandada de patos saxofonistas que habitan en comuna y jamás cuentan dónde han estado cuando regresan.

Vivimos en un mundo pequeño, con cuatro costados que dan a otros mundos parecidos.

Alguna noche de julio sentimos claustrofobia. Pocas.

Sucede cuando, paseando, llegamos al final de alguna de esas calles que terminan en un muro de hormigón. Es el momento en el que desearíamos estar en otro sitio. Otro cuadradito similar con patos diferentes, calles en bajada y en la fuente Cupido, que es menos serio que Neptuno. Y más peligroso. Nunca da el alto antes de disparar.

Los paseos los daríamos por calles novedosas. Con otras tiendas, otras fachadas con fechas de yeso en el dintel y otras chocolaterías en las que escondernos de los cyborgs.

Pero no serían contigo.

Por eso prefiero mi cuadradico.

Buenas noches, Fran. Acabo de leer tu texto; me gusta mucho, se deja adoptar fácilmente por la emoción y la inminencia. No sé si ha sido con intencionalidad los espacios más pronunciados entre algunas palabras (dos en lugar de uno) y si sentimosclaustrofobia lo has escrito sin respirar adrede.
Pero no serían contigo; me ha encantado esta clave abierta, sincera; patria o muerte, me atrevería a decir.

Leí tu mensaje en el foro de dudas; a mí no me chirrea, pero no confío demasiado en mi oído cuando todos los detalles del escrito se llevan mi atención. Si se me ocurriera algo más tarde, te lo haré saber por aquí.

Saludos cordiales y felicidad.

Fran Ríos escribió:Vivimos en un cuadradito.

En uno de sus vértices hay un parque con un árbol grande y una hilera de pequeños. Después una vereda de losetas lleva hasta a una fuente donde a Neptuno hace unos años le robaron el tridente.

Vivimos entre siete calles. Todas cuesta arriba menos una, que cuando llueve se pone cuesta abajo para que el agua vierta al río.

Porque tenemos un río. Un río color beige, discreto y aparentemente varonil. Y en el río una bandada de patos saxofonistas que habitan en comuna y jamás cuentan dónde han estado cuando regresan.

Vivimos en un mundo pequeño, con cuatro costados que dan a otros mundos parecidos.

Alguna noche de julio sentimos claustrofobia. Pocas.

Sucede cuando, paseando, llegamosal final de alguna de esas calles que terminan en un muro de hormigón. Es cuando desearíamos estar en otro sitio. Otro cuadradito similar con patos diferentes, calles en bajada y en la fuente Cupido, que es menos serio que Neptuno y más peligroso. Nunca da el alto antes de disparar.

Los paseos los daríamos por calles novedosas. Con otras tiendas, otras fachadas con fechas de yeso en el dintel y otras chocolaterías en las que escondernos de los cyborgs.

Pero no serían contigo.

Por eso prefiero mi cuadradico.

Es delicioso Fran.

Como un paseo en barca imaginario por el Canal Imperial de Aragón... como esas tardes de tormenta bajo los porches nocturnos, como cuando te besan sintiendo que no hay un mañana, y todo ello bajo el mismo cuadradico.

Te mando un fuerte abrazo y Feliz Navidad.

Me encantaron tus descripciones y la viveza que tiene el texto. Enhorabuena, me gustó mucho.

Interesantes alegoría que encierra este relato. Pese a las grandes diferencias, cada cuadradico del mundo comienza a lucir aterradoramente semejante, sin embargo, sólo nos sentimos seguros dentro del nuestro.

Gracias, Fran, por tu invitación a reflexionar. Recibe un fuerte abrazo navideño.

Hallie Hernández Alfaro escribió:Buenas noches, Fran. Acabo de leer tu texto; me gusta mucho, se deja adoptar fácilmente por la emoción y la inminencia. No sé si ha sido con intencionalidad los espacios más pronunciados entre algunas palabras (dos en lugar de uno) y si sentimosclaustrofobia lo has escrito sin respirar adrede.
Pero no serían contigo; me ha encantado esta clave abierta, sincera; patria o muerte, me atrevería a decir.

Leí tu mensaje en el foro de dudas; a mí no me chirrea, pero no confío demasiado en mi oído cuando todos los detalles del escrito se llevan mi atención. Si se me ocurriera algo más tarde, te lo haré saber por aquí.

Saludos cordiales y felicidad.

Por desgracia no poseo la vehemencia de los líderes de la revolución, estimada Hallie. Pero te agradezco que captes mi énfasis aún siendo así de inconsciente. Respecto a los de los espacios me averguenza decepcionarte, tengo mis más y mis menos con las herramientas de edición de éste foro. Torpeza mía, sin duda. En fin, más gracias y más saludos.

Es delicioso Fran.

Como un paseo en barca imaginario por el Canal Imperial de Aragón... como esas tardes de tormenta bajo los porches nocturnos, como cuando te besan sintiendo que no hay un mañana, y todo ello bajo el mismo cuadradico.

Te mando un fuerte abrazo y Feliz Navidad.[/quote]



Gracias por tu gusto, María Pilar... Y sí, es agradable compartir un cuadradito, por mínimo que sea, que para nosotros los plebeyos suele serlo, con la persona adecuada y ver pasar desde él las tormentas.

Mauro Colomina escribió:Me encantaron tus descripciones y la viveza que tiene el texto. Enhorabuena, me gustó mucho.

Mil gracias por la palabra "viveza". Necesitaba saber que así era entendida. Un saludo.

Arturo Rodríguez Milliet escribió:Interesantes alegoría que encierra este relato. Pese a las grandes diferencias, cada cuadradico del mundo comienza a lucir aterradoramente semejante, sin embargo, sólo nos sentimos seguros dentro del nuestro.

Gracias, Fran, por tu invitación a reflexionar. Recibe un fuerte abrazo navideño.

Gracias por leerlo y comentarlo, Arturo. Si al menos conseguimos sentirnos seguros dentro será un logro.

Oye Fran, me gusta cómo escribes. Un placer! ERA