LAS ULTIMAS TARDES DE DICIEMBRE
Publicado: Lun, 16 Dic 2013 11:15
Mientras rueden las palabras seré tuyo,
porque quiero que me encuentres
para hablarnos de distancias y de noches,
de caminos y de heridas.
Mientras sienta que me vives
cuando enhebras los silencios uno a uno,
con esa forma tuya de decirme
que te escriba sin palabras,
que te ame sin medida ni sonido,
que te busque cuerpo a cuerpo en la batalla
de tu campo de estrellas, sin tregua ni descanso,
y nos matemos a besos sin herirnos.
Mientras pueda escribirte cada día,
seremos el pulso y el abrazo
de esta letanía que empieza y acaba
en el horizonte quebrado de tu cuerpo desnudo,
que duerme y despierta el orgullo demente de sentirte mía
a pesar de la mirada que recorre
los llanos desiertos de mi cama.
Mientras quieras que mis besos te acompañen
en la danza muda de la noche,
y no envuelvas de reproche la mirada
ni los miedos te recojan maniatada
a los vaivenes sin fin de esta noria
que te envuelve y te desnuda,
que te despierta y te ama,
y cubre de locura nuestras últimas tardes sin destino.
Después,
cuando el verso se haga piedra,
ven a verme lenta, fría,
deja que la noche nos cubra de hiedra
y el tiempo nos olvide para siempre,
y nos hagamos diciembre entre la tierra.
porque quiero que me encuentres
para hablarnos de distancias y de noches,
de caminos y de heridas.
Mientras sienta que me vives
cuando enhebras los silencios uno a uno,
con esa forma tuya de decirme
que te escriba sin palabras,
que te ame sin medida ni sonido,
que te busque cuerpo a cuerpo en la batalla
de tu campo de estrellas, sin tregua ni descanso,
y nos matemos a besos sin herirnos.
Mientras pueda escribirte cada día,
seremos el pulso y el abrazo
de esta letanía que empieza y acaba
en el horizonte quebrado de tu cuerpo desnudo,
que duerme y despierta el orgullo demente de sentirte mía
a pesar de la mirada que recorre
los llanos desiertos de mi cama.
Mientras quieras que mis besos te acompañen
en la danza muda de la noche,
y no envuelvas de reproche la mirada
ni los miedos te recojan maniatada
a los vaivenes sin fin de esta noria
que te envuelve y te desnuda,
que te despierta y te ama,
y cubre de locura nuestras últimas tardes sin destino.
Después,
cuando el verso se haga piedra,
ven a verme lenta, fría,
deja que la noche nos cubra de hiedra
y el tiempo nos olvide para siempre,
y nos hagamos diciembre entre la tierra.