Juegos de gravedad
Publicado: Lun, 25 Nov 2013 21:10
La futilidad y la costumbre
hacía de aquella muralla
una nueva atalaya a conquistar.
Un pie resbaló en la pared de roca
y un torbellino giró alrededor para
detener el tiempo en una especie
de viaje a lomos de un rayo de luz.
En un instante, la vida transmutó a sueño,
de aquellos donde al oscuro fondo
no alcanza la vista, donde despertar
apacigua la respiración desbocada.
Sostenido por los átomos
que dibujan el aire,
la manzana de Newton
fue argumentando la fórmula de
amor de la materia,
y las neuronas comenzaron
su tormentoso baño en el mar
de adrenalina. Hubo un atisbo
de incertidumbre que
encontró un silencio por respuesta,
un corolario a toda duda,
una solución elegante y sencilla.
El pánico presenció un grito ahogado,
estéril como la soga a un muerto,
cuyo eco en el valle sonó
a repicar de campanas.
El terror no es vislumbrar
la guadaña en movimiento
sino desconocer si está a tu espalda.
Veía un cielo blanco resplandeciente
pero quise aferrarme a la montaña azul
y un giro colérico permitió la
lucha de hueso y piedra,
la supervivencia es la esperanza
inherente.
Luego…, no sé:
suerte, ángel, fe, negación.
El caso es que en ese segundo
surgieron estas letras.
hacía de aquella muralla
una nueva atalaya a conquistar.
Un pie resbaló en la pared de roca
y un torbellino giró alrededor para
detener el tiempo en una especie
de viaje a lomos de un rayo de luz.
En un instante, la vida transmutó a sueño,
de aquellos donde al oscuro fondo
no alcanza la vista, donde despertar
apacigua la respiración desbocada.
Sostenido por los átomos
que dibujan el aire,
la manzana de Newton
fue argumentando la fórmula de
amor de la materia,
y las neuronas comenzaron
su tormentoso baño en el mar
de adrenalina. Hubo un atisbo
de incertidumbre que
encontró un silencio por respuesta,
un corolario a toda duda,
una solución elegante y sencilla.
El pánico presenció un grito ahogado,
estéril como la soga a un muerto,
cuyo eco en el valle sonó
a repicar de campanas.
El terror no es vislumbrar
la guadaña en movimiento
sino desconocer si está a tu espalda.
Veía un cielo blanco resplandeciente
pero quise aferrarme a la montaña azul
y un giro colérico permitió la
lucha de hueso y piedra,
la supervivencia es la esperanza
inherente.
Luego…, no sé:
suerte, ángel, fe, negación.
El caso es que en ese segundo
surgieron estas letras.