LA NIÑA QUE COMÍA FRESAS (Tempus fugit)
Publicado: Mar, 19 Nov 2013 17:37
LA NIÑA QUE COMÍA FRESAS
Mi abuelo hizo, hace tiempo,
una foto a mi madre comiendo fresas en el campo.
Tenía más o menos cuatro años:
estaba recostada sobre la hierba, sonreía,
y había árboles grandes a lo lejos.
El día se mostraba hermoso, limpio;
y el aura de una suave luz
parecía envolverlo todo bajo una pátina
de gasa transparente (en blanco y negro
las muchachas bonitas pintan de azul el cielo).
Mi abuelo retuvo ese instante,
aquel momento para siempre.
Miro ahora la foto y a la niña (¿cómo llamarle madre
a una chiquilla ajena y tan lejos aún de mí? y reconstruyo,
a partir de esa imagen, como una película que discurre
fugaz sobre la mente, la historia de su vida:
Megustanlasfresaspapá¿hesalidoguapa?mamáventengofrío
vamosacasa.Pocodespelaguerraelmiedoyelhambre
elfusilamientodelabueloyelexilioenFrancia
lacartilladeracionamientoyelregresoaEspaña
lajuventudlaescuelasutrabajodemodistaylasamigas
elencuentroconmipadrelaprimeracitaelprimerbeso
labodalosviajesaMadridminacimientoymihermana
HaroVitorialamuertedemipadreeltrabajoduro
lamuertedelaabuelaylanuevacasa…
Hasta el día en el que hallo en un cajón
la foto de una niña que comía fresas en el campo. De las facciones
de aquella joven tengo, dicen, los ojos y la boca;
y un poco de su aspecto melancólico. Y cuando alguna vez
le pido que me hable de aquella época, difícil y agridulce,
sus ojos, sus pupilas, primero se iluminan, luego
se apagan, y de pronto, pensativa,
me dice que recuerda, que solo recuerda, la extraordinaria
dulzura de las fresas.
--oOo--
Mi abuelo hizo, hace tiempo,
una foto a mi madre comiendo fresas en el campo.
Tenía más o menos cuatro años:
estaba recostada sobre la hierba, sonreía,
y había árboles grandes a lo lejos.
El día se mostraba hermoso, limpio;
y el aura de una suave luz
parecía envolverlo todo bajo una pátina
de gasa transparente (en blanco y negro
las muchachas bonitas pintan de azul el cielo).
Mi abuelo retuvo ese instante,
aquel momento para siempre.
Miro ahora la foto y a la niña (¿cómo llamarle madre
a una chiquilla ajena y tan lejos aún de mí? y reconstruyo,
a partir de esa imagen, como una película que discurre
fugaz sobre la mente, la historia de su vida:
Megustanlasfresaspapá¿hesalidoguapa?mamáventengofrío
vamosacasa.Pocodespelaguerraelmiedoyelhambre
elfusilamientodelabueloyelexilioenFrancia
lacartilladeracionamientoyelregresoaEspaña
lajuventudlaescuelasutrabajodemodistaylasamigas
elencuentroconmipadrelaprimeracitaelprimerbeso
labodalosviajesaMadridminacimientoymihermana
HaroVitorialamuertedemipadreeltrabajoduro
lamuertedelaabuelaylanuevacasa…
Hasta el día en el que hallo en un cajón
la foto de una niña que comía fresas en el campo. De las facciones
de aquella joven tengo, dicen, los ojos y la boca;
y un poco de su aspecto melancólico. Y cuando alguna vez
le pido que me hable de aquella época, difícil y agridulce,
sus ojos, sus pupilas, primero se iluminan, luego
se apagan, y de pronto, pensativa,
me dice que recuerda, que solo recuerda, la extraordinaria
dulzura de las fresas.
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