Editorial Alaire

Nunca volveré a ser el perro
que ladraba, por ladrar,
detrás de la luna,
me esfumé con el humo negro,
náuseas de ilusiones envueltas
en nostalgias.
Me convertí en sombra del olvido
rondando historias por los arenales,
me creí dormido sin sentirme vivo,
admirando espacios privados,
distantes.

Hoy me quedan dos de cincuenta
entre las páginas de “El Capital”,
un ático pequeño que fija su mirada
en un bosque de antenas,
una banda sonora perturbada
con Sabina en la substancia,
algunos vinilos mutados en posavasos
y verde anestesia para matar las noches.

Eres rico en poesía, Israel, que es el único capital del poeta. Qué buen poema.

Por una vez soy el primero en algo, primera lectura y primera respuesta.

Un abrazo.

¿Sabes que yo uso a diario CD como posavasos? sólo que no los he envuelto en hermosos versos como los tuyos. Un gusto leerte
Besos
Pilar

Duele horrores el poema, Israel. Verdad y belleza por todos lados.

Abrazote y felicidad, compañero.

Recuerdo profundo del ayer que viene con nostalgia y con dolor.

Ese ayer cada día está alñgo más lejos. Se avanza demasiado aprisa.

Un abrazo

Dos de cincuenta entre las páginas de "El Capital"... ahí es na...

Un fuerte abrazo "urbanita en un bosque de antenas".

Muy sentido poema, amigo Israel, de los realistas que logran medir el trauma del ser
humano actual. Me ha gustado mucho. Mis abrazos sinceros y felicitaciones, feliz fin de semana.

Qué bien escribes, Israel, sobre el paso del tiempo, la nostalgia, la melancolía de esos tiempos tan distintos en los que la utopía nos alimentaba los sueños...

Aplausos para ti, amigo poeta
Besos
Ana

Israel, los sueños destilados por los años,
aquellos años que ya no volverán
el ímpetu, los ladridos
mucha poesía nos queda por sangrar.

besos

Israel Liñán escribió:Nunca volveré a ser el perro
que ladraba, por ladrar,
detrás de la luna,
me esfumé con el humo negro,
náuseas de ilusiones envueltas
en nostalgias.
Me convertí en sombra del olvido
rondando historias por los arenales,
me creí dormido sin sentirme vivo,
admirando espacios privados,
distantes.

Hoy me quedan dos de cincuenta
entre las páginas de “El Capital”,
un ático pequeño que fija su mirada
en un bosque de antenas,
una banda sonora perturbada
con Sabina en la substancia,
algunos vinilos mutados en posavasos
y verde anestesia para matar las noches.

Los tres tiempos en que se desarrolla -casi imperceptiblemente- provocan en cierta forma la emulación de la propia historia, las promesas que uno se hace a si mismo y que generalmente no cumple, la aceptación de un pasado que no se puede cambiar, y lo único que en verdad se tiene, aún tan precariamente, como es el presente.
'bosque de antenas' me parece todo un hallazgo (también anestesian) y el contraste con el verde, se transforman en un cocktail explosivo.
Ya sabemos de estas reacciones, así que lo comprenderas . Abrazos Israel, Luna.-

Me ha encantado, Israel, muy bueno.

Un abrazo.

Israel, felicidades. Es un poema excelente.

La agudeza de Luna ha advertido los "tres tiempos" que comenta y que ahí están.
Serenidad, claridad de ideas y buena creación en el tercer tiempo.

Un abrazo.
Ignacio

siempre caigo en tus historias. siempre llego inocente y quedo envuelto, creyendo cada coma, o mejor viendo cada taza, silla, cuaderno, lápiz, todo en su lugar

Alberga este poema versos extraordinarios..., pero es su conjunto el que hace de él un trabajo de una innegable belleza poética Es un poema intimista, elegante; una delicia.
Un abrazo, amigo
J. Manuel