A LA DERIVA
Publicado: Lun, 11 Nov 2013 14:25
Es la sombra de este cuerpo imaginario,
es el rosario perdido de tu memoria,
la historia de un escenario sin rumbo,
un incierto mundo y un pecado.
Es el pesado tributo de la distancia,
la ignorada soledad del desengaño,
es tenerte imaginada,
doblegada,
atada a las argollas del alma
que sufre y que grita,
que evita los espejos del destino,
que imagina caminos al ocaso,
que busca el abrazo mendigo
de tus pasos de marea y tu olor de plenilunio.
Es el sabor amargo
que dejan los besos perdidos,
y los miedos,
es el inquieto paisaje de mis dedos
buscando recorrido,
es volver,
desarmado y malherido.
Reclamo el mundo que nos dimos
de obra y de palabra,
quiero pensar que la ausencia ha perdido
y vivimos,
que fuimos sin querer amanecer,
y amanecimos,
que nos hicimos engaño en cada abrazo
y fuego en cada hoguera,
que tu eras la quimera y yo era el sueño,
que nos quemó el infierno
de querernos hasta el aire,
y nos perdimos,
y nos dijimos adiós sin intentarnos.
Es la espera de tu voz que me consume,
el color de la tarde en tu mirada,
la interminable letanía de tratar de recordarte
atada a este reproche que acosa y que derriba
y acaba en el papel,
a la deriva.
es el rosario perdido de tu memoria,
la historia de un escenario sin rumbo,
un incierto mundo y un pecado.
Es el pesado tributo de la distancia,
la ignorada soledad del desengaño,
es tenerte imaginada,
doblegada,
atada a las argollas del alma
que sufre y que grita,
que evita los espejos del destino,
que imagina caminos al ocaso,
que busca el abrazo mendigo
de tus pasos de marea y tu olor de plenilunio.
Es el sabor amargo
que dejan los besos perdidos,
y los miedos,
es el inquieto paisaje de mis dedos
buscando recorrido,
es volver,
desarmado y malherido.
Reclamo el mundo que nos dimos
de obra y de palabra,
quiero pensar que la ausencia ha perdido
y vivimos,
que fuimos sin querer amanecer,
y amanecimos,
que nos hicimos engaño en cada abrazo
y fuego en cada hoguera,
que tu eras la quimera y yo era el sueño,
que nos quemó el infierno
de querernos hasta el aire,
y nos perdimos,
y nos dijimos adiós sin intentarnos.
Es la espera de tu voz que me consume,
el color de la tarde en tu mirada,
la interminable letanía de tratar de recordarte
atada a este reproche que acosa y que derriba
y acaba en el papel,
a la deriva.