LOS ARROYOS PEREGRINOS
Publicado: Mar, 05 Nov 2013 11:21
Suave es la noche que te escucha,
y el sentimiento que lucha el desencuentro
de mirarte velada en el retrato
de este cuerpo mío que aún te busca.
Quiero la voz de tus pasos perennes
atada a esta boca que nada reclama,
que todo lo puede,
que teje los hilos de mi alma de nieve
y tienta la calma.
Quiero que el agua me lleve a tu orilla,
que cierren mi herida tus senos de plata
y nada nos falte.
Quiero entregarte las bridas del sueño
y dejar que tus dedos me ataquen,
que apaguen tus gritos
las tardes de invierno que aún me pronuncian,
y anclarme al galope fugaz
de este mar que me arrastra a tu locura,
que me ahoga en la duda de tenerte
perdida en el silencio de mis horas.
Quiero el laberinto de tu tacto
cuando la noche asoma,
el aroma de tu desnudo
sobre la cal de la almohada,
quiero tu mirada rompiendo esta vida
Quiero que esta herida
desangre las almas y arranque los cuerpos,
y entierre los muertos de esta guerra que perdimos
a manos del miedo y la vergüenza.
Suave es la noche
que despierta la voz y arranca el latido,
suave el camino que oculta tu falda
y el cielo repetido de tu paisaje,
y el aroma del vino
recorriendo los arroyos de tu espalda.
y el sentimiento que lucha el desencuentro
de mirarte velada en el retrato
de este cuerpo mío que aún te busca.
Quiero la voz de tus pasos perennes
atada a esta boca que nada reclama,
que todo lo puede,
que teje los hilos de mi alma de nieve
y tienta la calma.
Quiero que el agua me lleve a tu orilla,
que cierren mi herida tus senos de plata
y nada nos falte.
Quiero entregarte las bridas del sueño
y dejar que tus dedos me ataquen,
que apaguen tus gritos
las tardes de invierno que aún me pronuncian,
y anclarme al galope fugaz
de este mar que me arrastra a tu locura,
que me ahoga en la duda de tenerte
perdida en el silencio de mis horas.
Quiero el laberinto de tu tacto
cuando la noche asoma,
el aroma de tu desnudo
sobre la cal de la almohada,
quiero tu mirada rompiendo esta vida
Quiero que esta herida
desangre las almas y arranque los cuerpos,
y entierre los muertos de esta guerra que perdimos
a manos del miedo y la vergüenza.
Suave es la noche
que despierta la voz y arranca el latido,
suave el camino que oculta tu falda
y el cielo repetido de tu paisaje,
y el aroma del vino
recorriendo los arroyos de tu espalda.