Editorial Alaire

Manuel Sánchez escribió:Yo había querido ser sanador de gaviotas
entre nubes espías.
Y repartía lunas en cada primavera.

Pero este corazón, de tres al cuarto,
demasiado sanguíneo para el pecho,
se ha lanzado con rabia
hacia mi decepción,
hiriendo, desplomándose.

Y me ha dicho el doctor
que debiera mover todos los días
mi dignidad
doscientas veinte veces por minuto.
Que se puede habitar perfectamente
entre las ruinas de la indiferencia
(algo que puede ser posible
si no fuese mentira)

Las heridas que dejan los puñales,
si son involuntarias,
se miran de otra forma.
Hoy te he visto pasar acicalada
con pulseras que cuelgas como dudas eternas en tus brazos,
y no estaba invitado.

Pero en estos momentos,
la exaltación se ha ido.

Ahora estará pasando
cerca de alguna tienda removible,
donde el escaparate refleja claramente
aquella calle donde nos besamos.
Y llevarán tus manos
ese olor a recuerdo
de las casas vividas en el campo.

Usado, entre una luz por tiempo fatigada,
desaparezco con ojos consanguíneos
de corneas incurables al mirar,
llevando junto a mí
el éxito que duerme
con las cosas pequeñas.


En este libro abierto,
leído un poco a ratos,
las sombras de los árboles no oscurecen la vida.