A PROPÓSITO DE TI
Publicado: Mié, 16 Oct 2013 10:21
Desde la orilla que baña mis manos
te traigo a mi palabra nuevamente
porque te quiero diferente como el aire,
como el día que amanece temeroso,
inquieto,
bordado en la caricia dulce
del pecado de añorarte en cada vida.
Y no me duele la herida de perderte,
ni siquiera el consuelo de tenerte adormecida
en la vigilia de esperarte,
ni apartarte de mi historia,
ni arroparte con mi verso.
Me duele el tiempo que avanza inexorable,
la distancia de este cuerpo que se empaña
en los espejos del alma que te ocultan cada noche,
Me duele el reproche y la agonía,
el color de esta poesía que se apaga lentamente,
la sequía de esta tierra que aprisiona mis sentidos
y te aleja,
paso a paso,
día a día.
No me duele ver tu huerto marchitado
ni nuestra casa vacía,
ni siquiera el eco triste del lamento
que se oculta entre las horas.
No me duele la caricia abandonada
ni el abrazo vacío,
ni este frío que hiere y martiriza
y grita…
y calla.
Me duele leer lo que te escribo
y el olvido de estos ojos que tanto te miraron,
los labios que soñaron las fresas de tu boca
y se secaron al aire salino de mi llanto.
Me duele este canto que escondió tu nombre
entre los nombres y se apagó como los días,
y me dejó repleto de palabras,
vacío de poesías.
te traigo a mi palabra nuevamente
porque te quiero diferente como el aire,
como el día que amanece temeroso,
inquieto,
bordado en la caricia dulce
del pecado de añorarte en cada vida.
Y no me duele la herida de perderte,
ni siquiera el consuelo de tenerte adormecida
en la vigilia de esperarte,
ni apartarte de mi historia,
ni arroparte con mi verso.
Me duele el tiempo que avanza inexorable,
la distancia de este cuerpo que se empaña
en los espejos del alma que te ocultan cada noche,
Me duele el reproche y la agonía,
el color de esta poesía que se apaga lentamente,
la sequía de esta tierra que aprisiona mis sentidos
y te aleja,
paso a paso,
día a día.
No me duele ver tu huerto marchitado
ni nuestra casa vacía,
ni siquiera el eco triste del lamento
que se oculta entre las horas.
No me duele la caricia abandonada
ni el abrazo vacío,
ni este frío que hiere y martiriza
y grita…
y calla.
Me duele leer lo que te escribo
y el olvido de estos ojos que tanto te miraron,
los labios que soñaron las fresas de tu boca
y se secaron al aire salino de mi llanto.
Me duele este canto que escondió tu nombre
entre los nombres y se apagó como los días,
y me dejó repleto de palabras,
vacío de poesías.