Editorial Alaire

Manuel Sánchez escribió:No importa si hace frio
o es blanco el aire de la primavera,
desayunar en un café cualquiera de París
siempre te perfecciona.
Igual que una mujer esteticista
no consiente que vistas de otra forma,
y no puede evitar, y no permite, que te dejes melena.

¿ Quel será, monsier? ¿café noir comme d`habitude,
avec un croissant?
¡ Mais non, Antoine!, ¡ un croissant, avec le café noir!

Es tal la aurora celestial del croissant francés
que el día se compone de mordiscos, desde por la mañana,
y es tanta la evidencia de placer
que las mesas de mármol
se hacen las remolonas y acaban perdonándote.

Al lado, una mujer
con su edad imposible,
remueve lentamente la taza que sostiene su mirada,
quince, treinta, doscientas veinte veces
sin detener su ritmo ni agotarlo,
esperando que el tiempo se marche a otro país.
Hasta el silencio se gira de reojo para verla callar.

Lleva labios pintados con lápiz de locura
y un sombrero de paja venido del destierro,
pero mueve sus hombros engarzados
con el adorno de sus sentimientos;
joyas que brillan en la porcelana
como bombillas en navidad de un cuento.

Me marcho deteniéndome en la puerta:
demain, Antoine.

Ella parece solo interesarse
por el trazado claro, entre la gente,
que la vida le marca.