Agustín
Publicado: Jue, 26 Sep 2013 16:19
Agustín me miró como si los dos viviéramos sobre una parrilla y con su mano, con sus dedos flacos se bailó cerca de la sien.
“Aquí es donde cambia el sudor, cambia donde no palpito, así es, tiemblo y subo unas cortinas que no tenía hasta que el paladar me quedó desnudo o me sentí obsceno con mi paladar obsoleto. Un hueco disimulado, la distancia entre los costados donde encontrás que el cuello me queda al medio de la casualidad, que por ahí ya nada me va a subir a buscar nada, que solo hay saliva o que debería sacarme rápido este absoluto de cuando fui feliz. Hace rato que me pican en el pantalón los papeles que me hicieron escribir.”
La otra mano le estaba quedando apretada o tiesa o encendida como si acertara hurgando su desierto naranja.
“Estoy la incandescencia (siguió), la que me enrosca vergüenzas para darse de comer. Aquí donde me ves ya no creo ni en los besos por llegar. Ema se fue y siento ausencias.
Se me caen unas siluetas que ni los animales se pueden poner a oler; palabras como trenes para afuera. La palabra que es un pájaro es donde más encontré la noche caída. Aguaclara también es el reflejo de lo que no llego a ver. La palabra coz es frágil y patea lo que se le pierde. El aire que exhala se desgrana, se desinfla o se muere sin que un reloj le haya podido herir ni una sombra le sepamos ver. Ni amor ni sueño las hacen llorar.”
“Aquí es donde cambia el sudor, cambia donde no palpito, así es, tiemblo y subo unas cortinas que no tenía hasta que el paladar me quedó desnudo o me sentí obsceno con mi paladar obsoleto. Un hueco disimulado, la distancia entre los costados donde encontrás que el cuello me queda al medio de la casualidad, que por ahí ya nada me va a subir a buscar nada, que solo hay saliva o que debería sacarme rápido este absoluto de cuando fui feliz. Hace rato que me pican en el pantalón los papeles que me hicieron escribir.”
La otra mano le estaba quedando apretada o tiesa o encendida como si acertara hurgando su desierto naranja.
“Estoy la incandescencia (siguió), la que me enrosca vergüenzas para darse de comer. Aquí donde me ves ya no creo ni en los besos por llegar. Ema se fue y siento ausencias.
Se me caen unas siluetas que ni los animales se pueden poner a oler; palabras como trenes para afuera. La palabra que es un pájaro es donde más encontré la noche caída. Aguaclara también es el reflejo de lo que no llego a ver. La palabra coz es frágil y patea lo que se le pierde. El aire que exhala se desgrana, se desinfla o se muere sin que un reloj le haya podido herir ni una sombra le sepamos ver. Ni amor ni sueño las hacen llorar.”