A RAS DE SUELO
Publicado: Mar, 24 Sep 2013 9:09
Volverán sobre tus pechos de otoño
los lentos recorridos de mis hojas,
y a merced del aire que acaricio
será la danza del sonido quien te nombre
ocre y transparente,
diferente.
Volverán los mares a la orilla de tu boca
eternamente, y será de sal el beso
y de coral el rezo que te bañe cada día,
cada ola,
y tu voz de caracola adornará el recuerdo
y dormirás inmaculadamente blanca en el ocaso,
con el deseo bordado en los valles de tu cuello
inexplorado.
Volverán en tu desnudo las palabras
a decirte que aún soy peregrino
descalzo y desvalido,
que amo más que nada el recorrido de tu cuerpo
sin rumbo y sin sentido,
sin tiempo que perderte,
sin átomo de piel ausente de caricia,
con la avaricia del alma en cada poro
y la ansiedad presente en cada instante,
en cada sangre que alienta y enloquece.
Volverán mis manos a cubrirte de lujuria,
a dejar la lluvia sobre tu mies sedienta,
a pintar las amapolas en tu trigal dormido
y arrancarte brote a brote las hojas del delirio
y dormirme al raso de tu espalda entre luceros.
Volverán sembrados en tus valles
los días del mañana y estaremos amándonos distintos,
desnudos de otra voz,
vestidos de otro cielo de azul indiferente,
escritos para siempre a ras de suelo.
los lentos recorridos de mis hojas,
y a merced del aire que acaricio
será la danza del sonido quien te nombre
ocre y transparente,
diferente.
Volverán los mares a la orilla de tu boca
eternamente, y será de sal el beso
y de coral el rezo que te bañe cada día,
cada ola,
y tu voz de caracola adornará el recuerdo
y dormirás inmaculadamente blanca en el ocaso,
con el deseo bordado en los valles de tu cuello
inexplorado.
Volverán en tu desnudo las palabras
a decirte que aún soy peregrino
descalzo y desvalido,
que amo más que nada el recorrido de tu cuerpo
sin rumbo y sin sentido,
sin tiempo que perderte,
sin átomo de piel ausente de caricia,
con la avaricia del alma en cada poro
y la ansiedad presente en cada instante,
en cada sangre que alienta y enloquece.
Volverán mis manos a cubrirte de lujuria,
a dejar la lluvia sobre tu mies sedienta,
a pintar las amapolas en tu trigal dormido
y arrancarte brote a brote las hojas del delirio
y dormirme al raso de tu espalda entre luceros.
Volverán sembrados en tus valles
los días del mañana y estaremos amándonos distintos,
desnudos de otra voz,
vestidos de otro cielo de azul indiferente,
escritos para siempre a ras de suelo.