Editorial Alaire

Soy la anciana destrozando gatitos
dentro de un saco sobre las piedras del río.
Podrías venir con tu pelo amarillo
hasta mi.
Y difundiríamos el mensaje de Jesús por todos
los céspedes de Madrid.
Por millones de camas de hostales y amigos.

Mi padre nos cocina unas lubinas,
y tú, hija de puta, muerta de amor por un sudoku.
Por eso me mastico los dientes,
decapito jirafas,
meto el cisne en el horno.

Te sientes culpable
de no conocerme,
de no haber entrado en el bar,
de haberte hecho lesbiana,
de hacer un curso de Photoshop del INEM,
de rodear con boli a Wally a tus ocho años.

Te voy a dar tiempo y para el pelo.
Negra. Aria, de la república de Andorra.
Del poblado Maorí de Orcasitas.
(Todo lo que me queda es la palabra
y la certeza de que sigues viva)

Viva y coleado,
y yo moviendo la cola por el parque.

Me robaste las llaves,
entras en mi casa y escupes largas flemas
sobre el tapper de espaguetis.
Porque no sabes que te amo.
No sabes que beber tu saliba es comerte las nalgas,
y disimulo la erección ante mis compañeros de piso.

Mi padre ha cocinado tres lubinas.
He de comerme dos. Hoy no he desayunado.

Tú, mientras tanto, lames un pepino
que he dejado situado estratégicamente para ti.

Una poesía muy actual es la que siempre nos propones, Ignacio, increiblemente alejada de los cánones habituales, es una tendencia que está teniendo mucha aceptación entre el público más joven y que tiende a expandirse.
Rescato este poema esta mañana y pienso en las lubinas...por dios qué rico es ese pescado.

Un abrazo

Sara

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Seguro que algún día llegaré a sumarme a este movimiento (si se le puede llamar así) u otro parecido. Tiempo al tiempo.
Mientras tanto van los días en pretensiones y compromisos varios y de todo tipo . Sobre todo de trascendencias, ja

Subamos este poema



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