Canción para mi muerte.
Publicado: Dom, 15 Sep 2013 18:47
Hablo de las vértebras que al sangrar
alimentan la melodía del doliente.
Y los tibios pasares que coexisten
en su hambruna de voraces hélices disecadas.
Tal vez te leyera desde otros caminos desechos
si hallara la evidencia de la frágil distancia
pero no hallo un solo filamento de tu alma cansada,
no logro ver lo que aclara, no se distingue tal tempestad
ni sus señuelos ni sus sombras
que no cesan de llorar
ni de vibrar en su vorágine de estirpe,
en su falaz guarida del asombro.
En la rebeldía del mar, en el rumboso brillo
desde su vientre espejado inclinando la luna
que regala alimento de luz para los pájaros,
desde algunos sitios escasos donde se ondea un bote de algas,
un pasaje hacia nosotros sumergidos habitantes de su fondo.
Es entonces donde se silencian las flautas del insomnio
y se desangrarán sus fibras
hasta cortar el tenue hilo de la noche,
haciendo florecer el anegado timbre de su músicas
escapada con la armónica de tus labios que bañarán la herida.
Las lavadas luminarias de azules sigilos
en su cotidiana fiebre volcándose
sobre las fuentes de mi pulso
manchando la estopa que te inmortalizará viva.
Debiera explicártelo todo desde el hipnotismo
pero una llanura interior de su idea vasta
nunca será alumbrada implorando languidecer
ante la sed que decae en su magulladura de inocencia.
Más lo gritas más muere entre tus manos.
Y de aquel asesinato, para librarte de mí
mátame de horizontes que estallen sobre mi frente helada.
Entonces recitaría desde tu tinta abierta
esclava de la eterna amatoria
como si de la palabra dependiera
el luto de las acequias al encuentro
que se desvanece ante tus ojos, la voz tuya
que no discute la eternidad de la noche
solo la pronuncia desde su propia enfermedad.
alimentan la melodía del doliente.
Y los tibios pasares que coexisten
en su hambruna de voraces hélices disecadas.
Tal vez te leyera desde otros caminos desechos
si hallara la evidencia de la frágil distancia
pero no hallo un solo filamento de tu alma cansada,
no logro ver lo que aclara, no se distingue tal tempestad
ni sus señuelos ni sus sombras
que no cesan de llorar
ni de vibrar en su vorágine de estirpe,
en su falaz guarida del asombro.
En la rebeldía del mar, en el rumboso brillo
desde su vientre espejado inclinando la luna
que regala alimento de luz para los pájaros,
desde algunos sitios escasos donde se ondea un bote de algas,
un pasaje hacia nosotros sumergidos habitantes de su fondo.
Es entonces donde se silencian las flautas del insomnio
y se desangrarán sus fibras
hasta cortar el tenue hilo de la noche,
haciendo florecer el anegado timbre de su músicas
escapada con la armónica de tus labios que bañarán la herida.
Las lavadas luminarias de azules sigilos
en su cotidiana fiebre volcándose
sobre las fuentes de mi pulso
manchando la estopa que te inmortalizará viva.
Debiera explicártelo todo desde el hipnotismo
pero una llanura interior de su idea vasta
nunca será alumbrada implorando languidecer
ante la sed que decae en su magulladura de inocencia.
Más lo gritas más muere entre tus manos.
Y de aquel asesinato, para librarte de mí
mátame de horizontes que estallen sobre mi frente helada.
Entonces recitaría desde tu tinta abierta
esclava de la eterna amatoria
como si de la palabra dependiera
el luto de las acequias al encuentro
que se desvanece ante tus ojos, la voz tuya
que no discute la eternidad de la noche
solo la pronuncia desde su propia enfermedad.