Piedra
Publicado: Dom, 15 Sep 2013 0:08
Sigue, con el perdón a los errores de un brasileño nieto de españoles.
Piedra
De pronto, la noche se ha puesto
Lista, pero sin la mansedumbre de la luna.
No hacía frío ni calor, pues el tiempo no permitía los clichés.
Sus ojos corrían sueltos por las tinieblas del espacio,
Sin saber qué hacer con sus ópalos dilatados y sus tremores oculares.
Hijo del viento, niño del mundo, cargando su espíritu liviano,
Las vestes rotas las agitaban los soplos de la lluvia
Que se anunciaba lejos en el horizonte gris y rayado.
Los dientes eran perlas cerradas en su concha cálcica:
No las mostraba nunca, siempre protegidas de las olas.
De la piel morena vertía un sudor perfumado,
Que escurría por el cuello fuerte y por los cabellos trenzados.
La penumbra de la noche ya a todo lo tomaba,
Haciendo vibrar los miedos agudos de la carne.
Los árboles eran como ventanas que se sacudían rápidas y veloces:
La naturaleza haciendo su teatro y fiesta kármica.
Adentro, se ponía melindroso,
A la espera del derrumbe de las gotas del cielo.
Escribía un poema, sin poner la vista en las manchas del papel.
Aquellos ojos negros de gitano, fuego que escuece,
Ópalos oscuros que la lluvia inunda y hace llorar.
[Vitor Hugo Reina Neia]
Piedra
De pronto, la noche se ha puesto
Lista, pero sin la mansedumbre de la luna.
No hacía frío ni calor, pues el tiempo no permitía los clichés.
Sus ojos corrían sueltos por las tinieblas del espacio,
Sin saber qué hacer con sus ópalos dilatados y sus tremores oculares.
Hijo del viento, niño del mundo, cargando su espíritu liviano,
Las vestes rotas las agitaban los soplos de la lluvia
Que se anunciaba lejos en el horizonte gris y rayado.
Los dientes eran perlas cerradas en su concha cálcica:
No las mostraba nunca, siempre protegidas de las olas.
De la piel morena vertía un sudor perfumado,
Que escurría por el cuello fuerte y por los cabellos trenzados.
La penumbra de la noche ya a todo lo tomaba,
Haciendo vibrar los miedos agudos de la carne.
Los árboles eran como ventanas que se sacudían rápidas y veloces:
La naturaleza haciendo su teatro y fiesta kármica.
Adentro, se ponía melindroso,
A la espera del derrumbe de las gotas del cielo.
Escribía un poema, sin poner la vista en las manchas del papel.
Aquellos ojos negros de gitano, fuego que escuece,
Ópalos oscuros que la lluvia inunda y hace llorar.
[Vitor Hugo Reina Neia]