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El pequeño observatorio

Publicado: Mar, 10 Sep 2013 23:05
por Bruno Laja
" De lo lejano palpa lo que se dio la vuelta,
y dice que al despertar aprieta con cuidado un jazmín
para que no se desgrane.
Al zumo que hay dentro de la mano oscura,
le dice, fosforece, acompáñame por fuera de mí;
no me des tu color ni tu perfume,
ya no eres una flor,
eres una linterna entre los cénits
de todo lo desaparecido bajo un nombre."

El que trataba de no ver al buzo.



No tengo restos mortales cuando enciendo la pipa de nombrar,
mis extremidades resultan lejanas a simple vista, y si se acerca
la vista desaparecen del lado ajeno, y del lado propio se produce
una comunión sutil entre máscara y cardumen.
Abomina de su fiebre pero la masa de un accidente puede
empolvar el paso y hacer diferentes las huellas aunque no visibles.
Por ejemplo la lluvia.
Se emboza con anillos, sube a una terraza blanca, su figura negra
ahí arriba se concentra y se vuelve blanca, incluso un tono más
de blancura emergente. Los aviones no le ven con tanto estruendo,
los pasos allá abajo no le ven con tanta huella empolvada, diferente.
Quiere cultivar un jardín encima de la puerta por la que ascendió
para que no se cierre, y si se cierra por alguna voluntad, desea
que lo que siente la promesa de la flor arrancada le duela realmente
pero sin vísceras. No le ven el ensayo del gesto, el rápido
esbozo del dibujo que todo lo disuelve y contempla.
Probó a tener manos pero se las comió con una boca prestada.
Probó a cometer acciones pero ninguna regresó.
Probó a hablar en pretérito pero el pretérito no llegaba nunca a tiempo
para probar su eco. Así que no era su eco.
La luna es una termita que come baba cristalina.
La luna sí es un resto hierático, una extremidad abandonada.
Ahí en su tumba van a visitarla sus vástagos.
Están repartidos por todo el cielo pero siempre vuelven para honrar su memoria.
Nunca olvidan improvisar un regalo llevándose cualquier cosa de los ojos
del que está mirando el momento en que roe más alto y más profundo.
Allí, en esa procesión de ofrendas está todo lo que ya no suena.
Un fluido luto blanco, y cuando lo depositan se lamen la forma que ya no está,
la que liga la ofrenda.
Y yo me miro las manos que me comí y mi lengua es un pronombre iridiscente.
Las acciones que cometí no sirven para que alguien tropiece en el desfile,
un vaso caiga y se derrame un cuerpo tan bien acurrucado que arda para volver.

re: El pequeño observatorio

Publicado: Mar, 10 Sep 2013 23:27
por Macedonio Tracel
dale campeón, dale campeón!! vamos todavía

Publicado: Mié, 11 Sep 2013 21:36
por Macedonio Tracel
la letras atrapadas en fluídos que no hayan costa, superponen su luz a distintas horas, con delicadeza o desdén tratan de hilvanar un destino que sea coherente, al menos un rato, mientras caen de los sueños, mientras se atascan o siguen o se renombran. me alegra mucho esto aunque cueste.

re: El pequeño observatorio

Publicado: Lun, 16 Sep 2013 21:27
por Bruno Laja
Macedonio, cómo no va a costar. Quiero agradecerte, es necesario para mí. Un fuerte abrazo, amigo.

Publicado: Lun, 16 Sep 2013 23:01
por Macedonio Tracel
y será así, nos vamos a quedar acá aplaudiendo hasta que el dueño nos devuelva la pelota (pasá por prosa). no será la 1° vez

Publicado: Mié, 18 Sep 2013 22:31
por Hallie Hernández Alfaro
A primera página con la excelencia.

Publicado: Lun, 23 Sep 2013 0:22
por Marius Gabureanu
Bruno, me ha encantado este poema donde la Solidez de la Idea se vuelve cántaro que atrapa el paisaje de lo innumerable, el otro significado de las cosas que solamente nos es accesible en preludios sin objeto, en la contemplación de los adornos del vacío. Mis abrazos y felicitaciones sinceras, amigo.


La luna sí es un resto hierático, una extremidad abandonada.
Ahí en su tumba van a visitarla sus vástagos.
Están repartidos por todo el cielo pero siempre vuelven para honrar su memoria.
Nunca olvidan improvisar un regalo llevándose cualquier cosa de los ojos
del que está mirando el momento en que roe más alto y más profundo.
Allí, en esa procesión de ofrendas está todo lo que ya no suena.
Un fluido luto blanco, y cuando lo depositan se lamen la forma que ya no está,
la que liga la ofrenda.
Y yo me miro las manos que me comí y mi lengua es un pronombre iridiscente.
Las acciones que cometí no sirven para que alguien tropiece en el desfile,
un vaso caiga y se derrame un cuerpo tan bien acurrucado que arda para volver.
_________________

Esta parte del poema es genial.

Re: El pequeño observatorio

Publicado: Lun, 23 Sep 2013 7:29
por Roberto López
[quote="Bruno Laja"]"

Me evocan estos versos un largo recorrido interior con lengua áspera para que arranque los verbos, las ideas. Las escenas intimistas, reflexivas dejan una larga huella en el lector. Saludos, amigo.

Publicado: Lun, 09 Feb 2015 21:08
por Macedonio Tracel
"Probó a hablar en pretérito pero el pretérito no llegaba nunca a tiempo
para probar su eco. Así que no era su eco.
La luna es una termita que come baba cristalina "

"Y yo me miro las manos que me comí y mi lengua es un pronombre iridiscente.
Las acciones que cometí no sirven para que alguien tropiece en el desfile,
un vaso caiga y se derrame un cuerpo tan bien acurrucado que arda para volver."

es algo que habías dicho y ahora me vuelve como una explicación, gracias amigo

Publicado: Mar, 10 Feb 2015 3:57
por curra anguiano
Bruno, es inmenso
gracias

Re: El pequeño observatorio

Publicado: Lun, 14 Dic 2015 19:32
por Rafel Calle
Muy bello poema de Bruno.

Re: El pequeño observatorio

Publicado: Lun, 14 Dic 2015 23:40
por Raul Muñoz
Sorprendente y mágico, sobre todo el pasaje de la luna. Mucho por escarbar en una obra poética en toda regla. Me resuena el tema antropológico de los sacrificios y ofrendas a los dioses. El tema de la carne y el verbo, tema por excelencia de la poesía, como espiritualidad.

Vuela alto este precioso poema. Mis aplausos, Bruno, y gracias por dejarnos esta joya.

Un abrazo, amigo.

Re: El pequeño observatorio

Publicado: Mar, 15 Dic 2015 1:00
por E. R. Aristy
Bruno Laja escribió:" De lo lejano palpa lo que se dio la vuelta,
y dice que al despertar aprieta con cuidado un jazmín
para que no se desgrane.
Al zumo que hay dentro de la mano oscura,
le dice, fosforece, acompáñame por fuera de mí;
no me des tu color ni tu perfume,
ya no eres una flor,
eres una linterna entre los cénits
de todo lo desaparecido bajo un nombre."

El que trataba de no ver al buzo.



No tengo restos mortales cuando enciendo la pipa de nombrar,
mis extremidades resultan lejanas a simple vista, y si se acerca
la vista desaparecen del lado ajeno, y del lado propio se produce
una comunión sutil entre máscara y cardumen.
Abomina de su fiebre pero la masa de un accidente puede
empolvar el paso y hacer diferentes las huellas aunque no visibles.
Por ejemplo la lluvia.
Se emboza con anillos, sube a una terraza blanca, su figura negra
ahí arriba se concentra y se vuelve blanca, incluso un tono más
de blancura emergente. Los aviones no le ven con tanto estruendo,
los pasos allá abajo no le ven con tanta huella empolvada, diferente.
Quiere cultivar un jardín encima de la puerta por la que ascendió
para que no se cierre, y si se cierra por alguna voluntad, desea
que lo que siente la promesa de la flor arrancada le duela realmente
pero sin vísceras. No le ven el ensayo del gesto, el rápido
esbozo del dibujo que todo lo disuelve y contempla.
Probó a tener manos pero se las comió con una boca prestada.
Probó a cometer acciones pero ninguna regresó.
Probó a hablar en pretérito pero el pretérito no llegaba nunca a tiempo
para probar su eco. Así que no era su eco.
La luna es una termita que come baba cristalina.
La luna sí es un resto hierático, una extremidad abandonada.
Ahí en su tumba van a visitarla sus vástagos.
Están repartidos por todo el cielo pero siempre vuelven para honrar su memoria.
Nunca olvidan improvisar un regalo llevándose cualquier cosa de los ojos
del que está mirando el momento en que roe más alto y más profundo.
Allí, en esa procesión de ofrendas está todo lo que ya no suena.
Un fluido luto blanco, y cuando lo depositan se lamen la forma que ya no está,
la que liga la ofrenda.
Y yo me miro las manos que me comí y mi lengua es un pronombre iridiscente.
Las acciones que cometí no sirven para que alguien tropiece en el desfile,
un vaso caiga y se derrame un cuerpo tan bien acurrucado que arda para volver.

Tenemos aproximaciones de como describir las cosas que sentimos. Las que sientes tu, las que siento yo, no siendo nuestras vidas una replica exacta en nuestra experimentación con la existencia. Aunque si tenemos un fundamento en común, y la comunicación es posible, la traducción, la interpretación, la comunión....au para nosotros mismos somos un misterio constantemente develándose, un pequeño observatorio de la multitud de detalles que nos van transformando y transforman nuestra percepción del entorno y los demás. Tu poema es una genialidad esencial. ERA