Efímero Agosto
Publicado: Mié, 04 Sep 2013 13:09
Efímero Agosto
¡Te vas desplegando como una cometa,
la redondez de las lunas anaranjadas!
En las noches de agosto el patio se llena de velas y murciélagos que
persiguen golondrinas errantes.
Ellas se cobijan allí, silenciosas, colgadas de los salientes de los cantos
rodados del muro y al amanecer juegan y revolotean en círculos hasta que
alzan el vuelo y desaparecen hasta el nuevo ocaso.
En las noches de agosto, si hay velas en el patio, los vecinos entienden que
habrá copas y tertulia. Se asoman por el ventanuco del portón y saludan.
Poco a poco se amplía el círculo rodeando la gran mesa. En ella se agrupan
las botellas de espirituosos, los vasos, los cestos de frutos secos y algún
dulce. Los refrescos y el hielo dentro, por el calor. Me canso de servir
copas y los habituales toman el relevo y asaltan mi nevera azul haciendo de
anfitriones; ellos agradecen la confianza y yo agradezco que me dejen
sentarme tranquila a saborear mi whisky.
En las frías noches de agosto, lluviosas algunas, saben que si el farol del
portón no tiene encendida la vela no habrá copas ni tertulias. No obstante
algunos lo intentan y llegan pertrechados de forros polares, abandonados en
los armarios en primavera.
Pero el patio no se llena sólo por las noches ¡no! Los desayunos suelen ser
multitudinarios y se alargan en demasía, aprovechando el frescor matutino.
Casi sin darme cuenta llega la hora del aperitivo y la cafetera se ve
sustituida por el porrón helado de cerveza con gaseosa que no cesará de
manar hasta que demos buena cuenta de los pinchos de sardina con guindilla.
Entre tanto, se va preparando el fuego y junto a él esperan las paelleras
para el arroz o la fideua, las ijadas de bonito o las chuletillas... En el
patio, tan pronto comemos tres como dieciséis y el menú y las horas se van
ampliando, según las necesidades del momento, con platos de reparto
imposible. De nuevo entra en escena la cafetera acompañada ahora por los
chupitos helados de licores caseros.
A veces me planteo renombrar mi patio y me viene a la memoria un artículo de Alfonso Ussía en "La Razón"
«Cette Patie est le chichette de la Bernarde»
Y ahora, efímero agosto, recoges tus extraños días, calurosos casi siempre,
lluviosos y fríos a veces, tibios y ventosos otras, y nos dejas con la
extraña sensación de no haberte pasado y con la esperanza de que dentro de
once meses podamos recibirte de nuevo.
¡Te vas desplegando como una cometa,
la redondez de las lunas anaranjadas!
---
©MAR
¡Te vas desplegando como una cometa,
la redondez de las lunas anaranjadas!
En las noches de agosto el patio se llena de velas y murciélagos que
persiguen golondrinas errantes.
Ellas se cobijan allí, silenciosas, colgadas de los salientes de los cantos
rodados del muro y al amanecer juegan y revolotean en círculos hasta que
alzan el vuelo y desaparecen hasta el nuevo ocaso.
En las noches de agosto, si hay velas en el patio, los vecinos entienden que
habrá copas y tertulia. Se asoman por el ventanuco del portón y saludan.
Poco a poco se amplía el círculo rodeando la gran mesa. En ella se agrupan
las botellas de espirituosos, los vasos, los cestos de frutos secos y algún
dulce. Los refrescos y el hielo dentro, por el calor. Me canso de servir
copas y los habituales toman el relevo y asaltan mi nevera azul haciendo de
anfitriones; ellos agradecen la confianza y yo agradezco que me dejen
sentarme tranquila a saborear mi whisky.
En las frías noches de agosto, lluviosas algunas, saben que si el farol del
portón no tiene encendida la vela no habrá copas ni tertulias. No obstante
algunos lo intentan y llegan pertrechados de forros polares, abandonados en
los armarios en primavera.
Pero el patio no se llena sólo por las noches ¡no! Los desayunos suelen ser
multitudinarios y se alargan en demasía, aprovechando el frescor matutino.
Casi sin darme cuenta llega la hora del aperitivo y la cafetera se ve
sustituida por el porrón helado de cerveza con gaseosa que no cesará de
manar hasta que demos buena cuenta de los pinchos de sardina con guindilla.
Entre tanto, se va preparando el fuego y junto a él esperan las paelleras
para el arroz o la fideua, las ijadas de bonito o las chuletillas... En el
patio, tan pronto comemos tres como dieciséis y el menú y las horas se van
ampliando, según las necesidades del momento, con platos de reparto
imposible. De nuevo entra en escena la cafetera acompañada ahora por los
chupitos helados de licores caseros.
A veces me planteo renombrar mi patio y me viene a la memoria un artículo de Alfonso Ussía en "La Razón"
«Cette Patie est le chichette de la Bernarde»
Y ahora, efímero agosto, recoges tus extraños días, calurosos casi siempre,
lluviosos y fríos a veces, tibios y ventosos otras, y nos dejas con la
extraña sensación de no haberte pasado y con la esperanza de que dentro de
once meses podamos recibirte de nuevo.
¡Te vas desplegando como una cometa,
la redondez de las lunas anaranjadas!
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©MAR