Madre

[Rosa Marzal]

¡Cierra la puerta, madre,
no vayan a huir las palomas
de mi pecho!

Oye,
cómo retumba el cansancio
tras las paredes acolchadas de la noche;
escucha el quejido de los árboles
que pueblan los pasillos del silencio.

Déjame que despinte
la pared del ayer,
que la inunde de estrellas,
que la pueble
de trigales y olvidos infinitos.

Ven,
tráeme la leña de la cordura,
la cerilla de tu aliento,
las espinas que nos atravesaron,
y enciende
una hoguera de amor
bajo mis venas
que apacigue la inquietud
de los espejos.

[Cecilia Martos]

Déjame que despinte
la pared del ayer,
que la inunde de estrellas,
que la pueble
de trigales y olvidos infinitos.


Qué belleza, un poema delicado, profundo, de esos que te dejan el alma cautiva, gracias por el momento, querida Rosa.

Un fuerte abrazo,

Cecilia

[Hallie Hernández Alfaro]

Abrumadora la fuerza de tu trabajo, Rosa. Desde el primer verso se abre el compás de amor, de ruego, de vida.

Enhorabuena y gracias por compartir.

Abrazos.

[Óscar Distéfano]

¡Cierra la puerta, madre,
no vayan a huir las palomas
de mi pecho!

Oye,
cómo retumba el cansancio
tras las paredes acolchadas de la noche;
escucha el quejido de los árboles
que pueblan los pasillos del silencio.

Déjame que despinte
la pared del ayer,
que la inunde de estrellas,
que la pueble
de trigales y olvidos infinitos.

Ven,
tráeme la leña de la cordura,
la cerilla de tu aliento,
las espinas que nos atravesaron,
y enciende
una hoguera de amor
bajo mis venas
que apacigue la inquietud
de los espejos.

Hermoso poema, Rosa. Me ha encantado el tratamiento que le has dado al tema. Me ha gustado también el lenguaje imperativo con dosis de condescendencia. Un poema que se disfruta por su claridad y su poder de evocación.

Un gran abrazo, amiga.
Óscar

[Liz Barrio.]

¡Cierra la puerta, madre,
no vayan a huir las palomas
de mi pecho!

Oye,
cómo retumba el cansancio
tras las paredes acolchadas de la noche;
escucha el quejido de los árboles
que pueblan los pasillos del silencio.

Déjame que despinte
la pared del ayer,
que la inunde de estrellas,
que la pueble
de trigales y olvidos infinitos.

Ven,
tráeme la leña de la cordura,
la cerilla de tu aliento,
las espinas que nos atravesaron,
y enciende
una hoguera de amor
bajo mis venas
que apacigue la inquietud
de los espejos.

Uff, qué hermosura de poema.
Emocionada, te dejo un abrazo grande y fuerte

[M. Sánchez]

Espléndido poema, que empieza con una estrofa brillante. Un placer leerte, Rosa.
Un fuerte abrazo.

[Pilar Morte]

Me ha encantado la delicadeza con que expresas el amor y la vida. Un placer que he disfrutado
Besos
Pilar

[J. J. Martínez Ferreiro]

Un poema entrañable, que descarga emoción y nostalgia de alto valor lírico.

Todo un placer de lectura, amiga Rosa.

Biquiños.

[Isabel Moncayo]

Hermoso, Rosa, desde la primera estrofa que ya me ha emocionado hasta el final, entrañablemente hermoso, un abrazo.

[Guillermo Cumar.]

La hoguera del amor filial ardiendo pasa por los versos
plenos de elgancia y de ternura.

un abrazo

[Rosa Marzal]

Déjame que despinte
la pared del ayer,
que la inunde de estrellas,
que la pueble
de trigales y olvidos infinitos.


Qué belleza, un poema delicado, profundo, de esos que te dejan el alma cautiva, gracias por el momento, querida Rosa.

Un fuerte abrazo,

Cecilia

Gracias a ti, Cecilia, por haberte detenido a comentar estos versos. Abrazos.

[Rosa Marzal]

Abrumadora la fuerza de tu trabajo, Rosa. Desde el primer verso se abre el compás de amor, de ruego, de vida.

Enhorabuena y gracias por compartir.

Abrazos.

Muchas gracias, Hallie, por tu presencia y tu aliento. Abrazos.

[Rosa Marzal]

¡Cierra la puerta, madre,
no vayan a huir las palomas
de mi pecho!

Oye,
cómo retumba el cansancio
tras las paredes acolchadas de la noche;
escucha el quejido de los árboles
que pueblan los pasillos del silencio.

Déjame que despinte
la pared del ayer,
que la inunde de estrellas,
que la pueble
de trigales y olvidos infinitos.

Ven,
tráeme la leña de la cordura,
la cerilla de tu aliento,
las espinas que nos atravesaron,
y enciende
una hoguera de amor
bajo mis venas
que apacigue la inquietud
de los espejos.

Hermoso poema, Rosa. Me ha encantado el tratamiento que le has dado al tema. Me ha gustado también el lenguaje imperativo con dosis de condescendencia. Un poema que se disfruta por su claridad y su poder de evocación.

Un gran abrazo, amiga.
Óscar

Me alegra que te haya gustado mi poema, Oscar. Gracias por detenerte a leerme. Un fuerte abrazo.

[Rosa Marzal]

¡Cierra la puerta, madre,
no vayan a huir las palomas
de mi pecho!

Oye,
cómo retumba el cansancio
tras las paredes acolchadas de la noche;
escucha el quejido de los árboles
que pueblan los pasillos del silencio.

Déjame que despinte
la pared del ayer,
que la inunde de estrellas,
que la pueble
de trigales y olvidos infinitos.

Ven,
tráeme la leña de la cordura,
la cerilla de tu aliento,
las espinas que nos atravesaron,
y enciende
una hoguera de amor
bajo mis venas
que apacigue la inquietud
de los espejos.

Uff, qué hermosura de poema.
Emocionada, te dejo un abrazo grande y fuerte

Muchas gracias, amiga. Un abrazo fuerte para ti.

[JUANPABLO]

Ven,
tráeme la leña de la cordura,
la cerilla de tu aliento,
las espinas que nos atravesaron,
y enciende
una hoguera de amor
bajo mis venas
que apacigue la inquietud
de los espejos."

Rosa Marzal
*

No necesitas ninguna leña,
porque tus versos
ya están preñados de cordura
y de positivo aliento.

Mantienes encendida
esa hoguera de amor
que templa la sangre en tus venas
y no te ataca ninguna inquietud
y sólo thabita en tu alma
una serena paz.

¡¡Felicidades!!

Un abrazo.
* * *