Exteriores
Publicado: Mar, 13 Ago 2013 1:43
El cielo en sosa cáustica, con sus estalagmitas, un cielo de verano,
como otro cuerpo cualquiera, con su celosía malva, su canción maleable,
su segmento de pureza letal,
está cifrando los detalles de la primera evocación,
está ocultando los edificios que el aliento recupera de su asfixia,
está recuperando la acción descomponiendo su presencia.
Dicen que se vive bien aquí, en el epitelio de la atmósfera,
rezándole a los animales que ocupan la lente nevada;
que apoyar las manos para levantarse es cuajar más hondamente una figura
que puede volver para llevarse su peso
y arrojarlo como una pelota levísima y madura,
dulce contra el labio,
disuasoria como un tiro que no acierta por milímetros al mar;
ácida al fin porque disuelve y sella.
Dicen que es como vivir en el beso de un desconocido
que después del beso te dice:
¿has regado las piedras hoy?
y su boca se mueve bajo la gasa y quieres sentarte ahí,
soportar el movimiento y profanar lo que nazca.
Dicen que aquí no existe.
Dicen que aquí flota.
Jamás hablaron.
como otro cuerpo cualquiera, con su celosía malva, su canción maleable,
su segmento de pureza letal,
está cifrando los detalles de la primera evocación,
está ocultando los edificios que el aliento recupera de su asfixia,
está recuperando la acción descomponiendo su presencia.
Dicen que se vive bien aquí, en el epitelio de la atmósfera,
rezándole a los animales que ocupan la lente nevada;
que apoyar las manos para levantarse es cuajar más hondamente una figura
que puede volver para llevarse su peso
y arrojarlo como una pelota levísima y madura,
dulce contra el labio,
disuasoria como un tiro que no acierta por milímetros al mar;
ácida al fin porque disuelve y sella.
Dicen que es como vivir en el beso de un desconocido
que después del beso te dice:
¿has regado las piedras hoy?
y su boca se mueve bajo la gasa y quieres sentarte ahí,
soportar el movimiento y profanar lo que nazca.
Dicen que aquí no existe.
Dicen que aquí flota.
Jamás hablaron.