- A Teresa Núñez
- «(el mundo necesita de seres que se angustien,
que se hieran a veces premeditadamente).»- Teresa Núñez
- «(el mundo necesita de seres que se angustien,
Por eso, simulé mis temores; apilé clavos, maderas y ladrillos,
empastes; uñas postizas; lágrimas; billetes de autobús: simulacros
de mí. Y con gardenias de invernadero (oscuras) rehice mi corona.
Anduve por las calles pidiendo bocadillos. Paré todos los taxis;
pisoteé mi sombra estrangulada en grises en la boca de metro;
y sentí la emoción de un punto «corriendo» por mis medias.
La sortija «Cartier», el pañuelo de «Christian Dior»
no olvidaron su oficio de ser camaleones tirando de mi cuerpo.
Lloré con quien reía; reí con quien lloraba. Nadé sin olvidar la ropa
y por una cloaca descendieron los hilos, el dedal y la aguja
con que zurcirme rotos, y «sietes»(de cuatro letras), a puntaditas
chicas.
No queda rastro mío (ni de mi imagen difuminada y breve):
el álbum de mi paso por este santo mundo dormita en la alacena,
entre tarros, azúcares, café-mezcla-molido, y hierbas aromáticas.
«Sostuve la comedia que el mundo me exigía.» Mas aún,
junto al felpudo lleno de pies cansados, la caja de canicas,
sorpresas, chucherías, dos cartas, un pez azul marino y unos versos
(los primeros que escribió esa niña que fui), amontono ilusiones
sabor a chocolate; y gnomos, y gigantes, y brujas, y hadas buenas.
«Nunca lo dije a nadie (esta clase de cosas
hay que callarlas siempre por si ladran los perros)», y por eso,
me hice con cornalinas y feldespato ortosa mi propia arquitectura.
Blanca Sandino