MAGIA POÉTICA
Publicado: Mar, 06 Ago 2013 6:42
MAGIA POÉTICA
Entre los poderes mágicos que tiene la poesía, sobre todo de noche y si uno mira con los ojos muy grandes, como si fuera a ver el mundo por primera vez desde un anfiteatro improvisado, no es un poder menor ni nada despreciable el de sentir en húmeros muy cerca del cerebro un fulgor que te toca en vetas muy profundas e invita a ver la vida sin gafas ni reparos, ahora que ya cansada y acaso un poco etérea digamos que a caballo de flor y mariposa, cuando una ya no tiene por dónde derivarse y espera hecha una nube a ver si llega el novio y ya que es una nube pasea por los cielos, le sigue el rastro ausente a un cometa errabundo, se muestra tan católica al claro azul de día, y posa que da gusto a vista de sirena; entre esos poderes tan mire usted que asombro, tan cuando los aviones navegan mar adentro, los barcos participan en galas patronales haciendo en las alturas piruetas imposibles, los hombres y mujeres se afanan color hierba ¡si hasta les crecen flores de espalda para abajo! y aquel que ya había muerto regresa jubiloso; pues ocurre que, mire, milagro hay en el agua, allí tiene la espuma secreto inconfesable: se entiende al mismo tiempo con hombres y gaviotas y luego por las noches se acuesta sin abrigo; el novio que no llega y mira que ella gime y mira que le dijo que ya de pequeñita, y mira que los hombres se acuestan cuando quieren y luego van y lloran si tú estás a lo tuyo; pues eso, que hay poderes tan mágicos del verbo, tan lindos como fuegos en noches de verbenas. Por eso, es muy posible que tú, ya ni mi nombre, saliendo de esa baño furtivo en madrugada te acerques y me digas con voz queda y los ojos color de miel al punto de hacerse de ambrosía y pechos entregados al ritmo de las olas: verás, estoy, he vuelto, te quiero más que nunca, a mí nadie me quiso del modo que tú eres, incluso si es muy tarde, vayámonos a casa.
Entre los poderes mágicos que tiene la poesía, sobre todo de noche y si uno mira con los ojos muy grandes, como si fuera a ver el mundo por primera vez desde un anfiteatro improvisado, no es un poder menor ni nada despreciable el de sentir en húmeros muy cerca del cerebro un fulgor que te toca en vetas muy profundas e invita a ver la vida sin gafas ni reparos, ahora que ya cansada y acaso un poco etérea digamos que a caballo de flor y mariposa, cuando una ya no tiene por dónde derivarse y espera hecha una nube a ver si llega el novio y ya que es una nube pasea por los cielos, le sigue el rastro ausente a un cometa errabundo, se muestra tan católica al claro azul de día, y posa que da gusto a vista de sirena; entre esos poderes tan mire usted que asombro, tan cuando los aviones navegan mar adentro, los barcos participan en galas patronales haciendo en las alturas piruetas imposibles, los hombres y mujeres se afanan color hierba ¡si hasta les crecen flores de espalda para abajo! y aquel que ya había muerto regresa jubiloso; pues ocurre que, mire, milagro hay en el agua, allí tiene la espuma secreto inconfesable: se entiende al mismo tiempo con hombres y gaviotas y luego por las noches se acuesta sin abrigo; el novio que no llega y mira que ella gime y mira que le dijo que ya de pequeñita, y mira que los hombres se acuestan cuando quieren y luego van y lloran si tú estás a lo tuyo; pues eso, que hay poderes tan mágicos del verbo, tan lindos como fuegos en noches de verbenas. Por eso, es muy posible que tú, ya ni mi nombre, saliendo de esa baño furtivo en madrugada te acerques y me digas con voz queda y los ojos color de miel al punto de hacerse de ambrosía y pechos entregados al ritmo de las olas: verás, estoy, he vuelto, te quiero más que nunca, a mí nadie me quiso del modo que tú eres, incluso si es muy tarde, vayámonos a casa.