Mujercita grotesca, anciana, envuelta por velocidad.
Publicado: Lun, 05 Ago 2013 14:33
(Arrugas volcánicas guardianes de experiencia)
Mujercita grotesca, anciana, envuelta por velocidad.
Joven siempre la margarita en su seno,
Pétalo tras pétalo sugiriendo qué decir, hacer, hablar.
La palidez fluyendo por títere de alma seca,
Fulminando imperfecciones de dolor y desagrado.
Una gotita de miel discurriendo hacia su velo,
Su follaje con pretensiones y excusas magnéticas
Y junglas de ebullición.
Ella deambula sobre paraguas en la multitud,
Sobre un valle de opiniones desencantadas.
Pero reconoce cada fístula de ficciones y apariencias;
Su angustia bucea bajo zapatos de la sierpe viandante.
Su inocencia, en otra cascada de edades,
Rebosaba con insectos fantaseadores.
La lluvia, meteoros de juicios y acusación,
Los charcos ardiendo entre dinámicas soledades.
Bajo su cuello aún resguarda besos arremetedores,
Alientos que, antes de mudarse, la resucitaban.
Gravedad inerte en la imaginación,
Mucha desnudez boreal y hambruna,
Mucho universo congelándose, empalado en sueños.
La miel discurre apaciguada a su queridísima esquina.
Los paraguas desarmados como lanzas protectoras.
Joven, radiante la margarita en su seno
Agónico cadáver que la resguarda.
Mujercita grotesca, anciana, envuelta por velocidad.
Joven siempre la margarita en su seno,
Pétalo tras pétalo sugiriendo qué decir, hacer, hablar.
La palidez fluyendo por títere de alma seca,
Fulminando imperfecciones de dolor y desagrado.
Una gotita de miel discurriendo hacia su velo,
Su follaje con pretensiones y excusas magnéticas
Y junglas de ebullición.
Ella deambula sobre paraguas en la multitud,
Sobre un valle de opiniones desencantadas.
Pero reconoce cada fístula de ficciones y apariencias;
Su angustia bucea bajo zapatos de la sierpe viandante.
Su inocencia, en otra cascada de edades,
Rebosaba con insectos fantaseadores.
La lluvia, meteoros de juicios y acusación,
Los charcos ardiendo entre dinámicas soledades.
Bajo su cuello aún resguarda besos arremetedores,
Alientos que, antes de mudarse, la resucitaban.
Gravedad inerte en la imaginación,
Mucha desnudez boreal y hambruna,
Mucho universo congelándose, empalado en sueños.
La miel discurre apaciguada a su queridísima esquina.
Los paraguas desarmados como lanzas protectoras.
Joven, radiante la margarita en su seno
Agónico cadáver que la resguarda.