Llámame muñeco de trapo.
Publicado: Mié, 31 Jul 2013 23:13
Llámame muñeco de trapo peregrino hacia tu guía.
Sólo conozco esa evasión.
Yo soy la pestaña que se desploma cuando bostezas,
cuando repartes diccionarios de tu singular lenguaje.
Aquello oculto tras de ti se convierte en polvo mojado,
se acumula en rastrojos que pierden consistencia.
Llámame espíritu reanimado por tu voz,
por el sabor a engaño que experimento invocándote.
Soy incapaz de describir la creciente sospecha en tus mejillas,
el esplendor de esa familiar mirada pensante,
de esos ojos emitiendo una ligera brisa otoñal.
Llámame esclavo de nuestro presente,
y así también rescatado en el mañana,
pues si la incertidumbre nos arrastra al desconsuelo,
me adentraré en la fosa común de los vencidos,
en la grieta donde la luz de tenues almas clama libertad.
Llámame como si fuera tu adepto sin rendición.
Así me siento al acostarme y ver tus varas de piel
rodando en silencio y cariñosas
por las vibraciones de mi vientre.
No te preocupes, siempre te echaré de menos, nostálgico,
y conservaré tus singularidades hasta el último día,
hasta el último día que soporte esta sentencia.
Y moriré al rechazarte para renacer.
¿Qué harás tú?
Llámame muñeco de trapo peregrino hacia tu alma.
Es lo único que ansío para sobrevivir,
pero prefiero vivir en cambio.
No temo abandonar lo que sólo es ceniza, sombra, incorpóreo.
La estela de tus actos conforma mi locura,
mi encabritado disparo de sentimientos.
Hazme libre para llamarme a mí mismo.
Sólo conozco esa evasión.
Yo soy la pestaña que se desploma cuando bostezas,
cuando repartes diccionarios de tu singular lenguaje.
Aquello oculto tras de ti se convierte en polvo mojado,
se acumula en rastrojos que pierden consistencia.
Llámame espíritu reanimado por tu voz,
por el sabor a engaño que experimento invocándote.
Soy incapaz de describir la creciente sospecha en tus mejillas,
el esplendor de esa familiar mirada pensante,
de esos ojos emitiendo una ligera brisa otoñal.
Llámame esclavo de nuestro presente,
y así también rescatado en el mañana,
pues si la incertidumbre nos arrastra al desconsuelo,
me adentraré en la fosa común de los vencidos,
en la grieta donde la luz de tenues almas clama libertad.
Llámame como si fuera tu adepto sin rendición.
Así me siento al acostarme y ver tus varas de piel
rodando en silencio y cariñosas
por las vibraciones de mi vientre.
No te preocupes, siempre te echaré de menos, nostálgico,
y conservaré tus singularidades hasta el último día,
hasta el último día que soporte esta sentencia.
Y moriré al rechazarte para renacer.
¿Qué harás tú?
Llámame muñeco de trapo peregrino hacia tu alma.
Es lo único que ansío para sobrevivir,
pero prefiero vivir en cambio.
No temo abandonar lo que sólo es ceniza, sombra, incorpóreo.
La estela de tus actos conforma mi locura,
mi encabritado disparo de sentimientos.
Hazme libre para llamarme a mí mismo.