Cáliz de un trago
Publicado: Mar, 30 Jul 2013 23:25
El fragor de la quietud es cierto,
como una copa lunar llevada hasta los labios para verterse entera
sin saber qué sustancia se ha adentrado en uno
que la sostenía con fe delicada más que enferma
y que por no morir compuso su cicuta y dio valor a lo que se desvanecía en los sentidos
sin orden preferente.
Tenía sabor a lo que es recuperado del tamiz, a relamida red, a rezo
descoyuntado por la lengua removiéndose en su propio poso,
como un pez virrey que antes de devolver su vida oscurece el reino para no ser hallado
y le golpea el nombre con la cola y lo espanta.
Teñía los órganos de transparencia,
pero la mano estaba lejos para seguir bebiendo,
entregando ya la copa
con un cuerpo flotante al fondo del vacío
comunicado al fin.
como una copa lunar llevada hasta los labios para verterse entera
sin saber qué sustancia se ha adentrado en uno
que la sostenía con fe delicada más que enferma
y que por no morir compuso su cicuta y dio valor a lo que se desvanecía en los sentidos
sin orden preferente.
Tenía sabor a lo que es recuperado del tamiz, a relamida red, a rezo
descoyuntado por la lengua removiéndose en su propio poso,
como un pez virrey que antes de devolver su vida oscurece el reino para no ser hallado
y le golpea el nombre con la cola y lo espanta.
Teñía los órganos de transparencia,
pero la mano estaba lejos para seguir bebiendo,
entregando ya la copa
con un cuerpo flotante al fondo del vacío
comunicado al fin.