Me recoges... (para Marius Gabureanu, ¿por qué no?)
Publicado: Mar, 23 Jul 2013 23:14
Me recoges serena desde tu vientre madre ausente y me regresas
a la textura de tus manos que moldearon la arcilla de que están hechos mis sueños
y a su delicada expresión que hace tacto el sortilegio de la noche.
Llámame temprano, antes que en mi boca madure agria la luz de la palabra
y venga por los eriales del silencio el eco de tu voz muerta.
Desnúdame el lenguaje, su sinalefa locuaz, el grito donde de se urde
una conspiración de dioses libertinos que niegan el perdón a mi pudicia.
Sigo buscando tu nombre por las calles del recuerdo, en sus aceras grabo una elegía,
quiero que el pulso de tus huellas a través de la memoria avance.
Pero no vuelves a mí, has quedado varada en los páramos del cierzo,
donde vienen nostálgicos gorriones a tatuar en mi carne tu olvido.
Brinda conmigo, ahora que aún nos queda absenta en los aljibes,
que la madrugada borrachos nos encuentre para que nadie ignore
que no tuve más templo que un cuerpo que me negó su religión
y tú con el latir de mis heridas improvisabas una oración que me curase.
Aliméntame de ti, hoy que eres polvo aliterado, ausencia de mis días.
Devora el vacío de mi soledad cuando el hambre duela como un mordisco.
Siéntame en tu mesa; convidemos a los hijos que derrotó la infamia,
que sacien su apetencia con las azucenas abiertas del pan de la justicia.
Si en cada amanecer adviertes que la utopía las canas del fracaso encubre,
no le pongas precio jamás a mi esperanza, la pagarán con aranceles de oprobio.
quienes roban los sueños, las estrellas, y al futuro sin clemencia destierran.
a la textura de tus manos que moldearon la arcilla de que están hechos mis sueños
y a su delicada expresión que hace tacto el sortilegio de la noche.
Llámame temprano, antes que en mi boca madure agria la luz de la palabra
y venga por los eriales del silencio el eco de tu voz muerta.
Desnúdame el lenguaje, su sinalefa locuaz, el grito donde de se urde
una conspiración de dioses libertinos que niegan el perdón a mi pudicia.
Sigo buscando tu nombre por las calles del recuerdo, en sus aceras grabo una elegía,
quiero que el pulso de tus huellas a través de la memoria avance.
Pero no vuelves a mí, has quedado varada en los páramos del cierzo,
donde vienen nostálgicos gorriones a tatuar en mi carne tu olvido.
Brinda conmigo, ahora que aún nos queda absenta en los aljibes,
que la madrugada borrachos nos encuentre para que nadie ignore
que no tuve más templo que un cuerpo que me negó su religión
y tú con el latir de mis heridas improvisabas una oración que me curase.
Aliméntame de ti, hoy que eres polvo aliterado, ausencia de mis días.
Devora el vacío de mi soledad cuando el hambre duela como un mordisco.
Siéntame en tu mesa; convidemos a los hijos que derrotó la infamia,
que sacien su apetencia con las azucenas abiertas del pan de la justicia.
Si en cada amanecer adviertes que la utopía las canas del fracaso encubre,
no le pongas precio jamás a mi esperanza, la pagarán con aranceles de oprobio.
quienes roban los sueños, las estrellas, y al futuro sin clemencia destierran.