Editorial Alaire

Creando más allá de la eternidad

Poema dedicado a los ajedrecistas actuales

Tras el silencio de la noche escribo
sobre cosas que dicen otros hombres
aún en la desgracias de mirar una flor.
Tras el silencio perpetuo
tras el viento de la tarde
plasmando una mención juzgada
creando más allá de la eternidad y sus consecuencias;
pedazo de pez acuoso
dolido hasta el alma misma de la musa
como un carpintero
como el grito salvaje del oasis.
Adviento de una misión suicida
cadencia de otra mano
latiendo
en una mano de dioses de Poe
el viento de Abelardo Castillo.
gestación de una mirada penando.
Algún raro azul permanecerá
cuando un vampiro ciegue la fé.
Existen dueños del mundo
la piedad de ser un eterno navegante
cosmogonías de sectas
trilogías de autores ya fenecidos.


Atrapo el viento de la isla
aquella que dejó pasmada al muerto
que nacía en mi cuento.
Sequé el desierto del mundo
pequé
jugando un ajedrez con Hugo
taladrando el laberinto de la eternidad.
A veces tomo una pieza
de esos laberintos juntos en musas
pero
la rarificación de la mente
aún sabiendo que somos mortales no muere.
Algún día seremos cruces
creando la eternidad
sabiendo que hemos vencido al pecado.
Cruzo la línea roja
aparece de javú
la repetición de una mariposa hambrienta.
Seduzco al ojo tortuoso
Edgar alan
te llamas Edgar alan
o Nahuel el ajedrecista del olvidado tablero
a través de una secuencia
que fluye en la dimensión del aquelarre;
Tejido de la araña medular
la eternidad es la garganta del mundo.
Somos porque ella es
miremos nuestros mundos
agonicemos en la danza del viento
pensemos que somos algo mas.
Mañana o en este instante
seremos una mariposa
Mariposa
Mariposa
luz entre las damas que me aman
luz de querencias futuras
Dimensión de una mirada
Sed
del guerrero que se para
deseo de ser una mujer.
Porque aún en las peripecias pobres
de llegar mas alto
de querer ser delincuentes.
Podremos alcanzar la meta
hoy mas que nunca
he pensado en ser algo mas que esto;
parecer algún día sed de murciélago
capaz
de ser tunantes seres;
tunantes salvajes en el sino
cuando comenzamos a latir
Una
Dos
Tres
Elegías juntas
Por el sentimiento ajedrecistico
o la mordida de una manzana.