Editorial Alaire

Danzan como peces de sombra
en la estirada tela del sofá. La alquimia
que convertía en ilusión las horas muertas
aniquilada yace en un jergón de justificaciones vanas.
Y la danza persiste en el ritmo callado,
en la humectante reflexión
del instante aferrado a su extrañeza.
No hay duda, es el momento de la acción:
un golpe seco, un seísmo que derrumbe los naipes,
una tos estridente en medio del concierto,
un instrumento de cristal que explosione en el suelo.
Los diablos que se ocultan
en las costuras de la risa
muestran sus aguijones de cartón azul
en esa danza intemporal de contrapuestas emociones,
igual que el alacrán hace cosquillas en la espalda
justo antes de clavar la espada envenenada.
El tiempo aplaca -loado sea dios-
la ponzoña urticante, aseda lo escabroso
del camino, confunde
el dolor con una perspicacia efervescente
de la que brotan árboles de versos,
edificios ingentes e improbables.
Y el final es harto conocido
de todos: lo imposible
de nada,
la irascible
conciencia
de haber perdido el tiempo.

ROBERTO LÓPEZ escribió:Danzan como peces de sombra
en la estirada tela del sofá. La alquimia
que convertía en ilusión las horas muertas
aniquilada yace en un jergón de justificaciones vanas.
Y la danza persiste en el ritmo callado,
en la humectante reflexión
del instante aferrado a su extrañeza.
No hay duda, es el momento de la acción:
un golpe seco, un seísmo que derrumbe los naipes,
una tos estridente en medio del concierto,
un instrumento de cristal que explosione en el suelo.
Los diablos que se ocultan
en las costuras de la risa
muestran sus aguijones de cartón azul
en esa danza intemporal de contrapuestas emociones,
igual que el alacrán hace cosquillas en la espalda
justo antes de clavar la espada envenenada.
El tiempo aplaca -loado sea dios-
la ponzoña urticante, aseda lo escabroso
del camino, confunde
el dolor con una perspicacia efervescente
de la que brotan árboles de versos,
edificios ingentes e improbables.
Y el final es harto conocido
de todos: lo imposible
de nada,
la irascible
conciencia
de haber perdido el tiempo.

Roberto, los días en la vida, se suceden sin que lo notemos a veces, pero, otras, sucede lo que hoy, abrir el día con un poema como este y sentir que lejos de ser un día común, en el que uno es atrapado por esa inercia que nos lleva, podría decir: brilla el sol a pesar de ser, aquí en el sur, un día gris e invernal.
El título es bellísimo y el poema todo, un privilegio llevarme el 0, abrazos, Luna.-

Roberto, me gustan esos instantes que solo tú sabes evocar en los poemas. Son como templos de la costumbre de reflexionar sobre la vida. Mis abrazos y felicitaciones sinceras.

Vaya fuerza llevan estos versos, Roberto. El tiempo baila sin pareja sus minutos ebrios, sus rupturas kármicas.

Un abrazo fuerte y mil aplausos.

El tiempo pasa y no vuelve, y nada hay que pueda corregir lo ya pasado.
La lucha es incruenta pero dolorosa aunque noble para sacar adelante
el tiempo que nos queda.

Aplaudo tu magnífico poema, amigo

un abrazzo

Me gustó el título y deslizarme por estos logrados versos. Un placer
Abrazos
Pilar

[quote="Luna de NosRoberto, los días en la vida, se suceden sin que lo notemos a veces, pero, otras, sucede lo que hoy, abrir el día con un poema como este y sentir que lejos de ser un día común, en el que uno es atrapado por esa inercia que nos lleva, podría decir: brilla el sol a pesar de ser, aquí en el sur, un día gris e invernal.
El título es bellísimo y el poema todo, un privilegio llevarme el 0, abrazos, Luna.-[/quote]

Gracias, Luna, por tu apreciación. Un abrazo.

Roberto, me encanta como escribes, tus palabras son tan visuales que tengo la sensación de estar viendo. He disfrutado de tus versos.

Abrazo

Carmen

Y como se mueven y danzan y evolucionan esas emociones hasta romperse en tus versos. Magnífico poema, Roberto. Un abrazo.

Yo recuerdo que en un cuestionario para seleccionar candidatos a un puesto de trabajo había una pregunta parecida a esta, no la recuerdo literalmente: " ¿Actuaría usted de un modo irracional ante la gente sólo para observar sus reacciones? ". Yo creo que es el contexto que sucita la pregunta el que podría trasladar a la determinación que observo como lector en tu poema, pero eliminando la gente de la pregunta. Y otra vez el cuento zen, el consejo que un maestro daba: En tu casa, cuando estés solo, actúa como si tuvieses invitados; cuando tengas invitados, actúa como si estuvieses solo. Tal vez sea un juicio irresoluble, porque la ambición es grande, proporcionada a la punzante inteligencia que rebosa tu obra, digo el juicio, porque yo lo veo como un juicio, expuesto como acumulación y derrame, ambos necesarios.
Lamento la extensión del comentario y no poder explicarme mejor. Tu poema me ha suscitado muchas vías, todas interiores, todas llenas de preguntas con un signo de interrogación al principio, y con otro, muy muy lejos, quizá al final.
Un profundo placer de lectura. Recibe un abrazo.

Roberto,

La danza no termina, o tal vez sí. ¿Qué hacer con esos peces-minuto que no dejan de desfilar por el sofá de las excusas? Queremos ser Joyce, o Quevedo, pero la apuesta es inútil, nuestra ambición no alcanza a convertir los peces en luz. Hay que aceptarlo.

Me ha encantado.
Un abrazo.

Roberto majestad pones en tus versos y una fuerza que pone patas arriba
un paisaje casi imposible pero en el que los árboles si dejan ver el poético
bosque que describes desde la emoción y el sentimiento.

Un abrazo

Marius Gabureanu escribió:Roberto, me gustan esos instantes que solo tú sabes evocar en los poemas. Son como templos de la costumbre de reflexionar sobre la vida. Mis abrazos y felicitaciones sinceras.

Gracias, Marius, pero tus consideraciones van más allá que mis capacidades. Eres muy generoso. Un abrazo.

Partiendo de la idea de que todo tiempo ya esta perdido en el momento justo de su explosión, yo te aseguro que tú, como poeta, recuperas un "poquito", "un resto recuperable" y lo fijas en esta virtualidad de luces, y así nosotros lo podemos disfrutar, enciendo la máquina del regreso, una y otra vez, en cada lectura.

Un abrazo, querido amigo.

Con los años, a todos, en mayor o menor medida, se nos comienza a acrecentar esa conciencia, supongo que será porque empezamos a otorgar otro tipo de valor al tiempo.
Me ha parecido un poema magnífico, Roberto. Un abrazo.