Óscar Distéfano escribió:Felipe Fuentes García escribió:¿Quién se adentra, sutil,
para dictarme
lo que debo decir que no pretendo?
¿Qué osado augur emana de mi boca
para dejar sin velos la impostura
de decir lo que soy,
que nunca he sido,
de arrancarle la luz a la tiniebla,
de saber lo que digo,
sin saberlo?
Anhelada palabra la que adviene
para arder en su brillo primigenio
como ascua primera,
mariposa,
solar modulación, voz que germina
como luz cereal,
cuerpo que fluye
donde habré de beber para surgir
y mirar cara a cara al ser que aliento.
Un poema enorme, Felipe. Un ejemplo soberbio de metapoesía. Una de las más lúcidas definiciones de lo que es ser poeta. No podías haberlo expresado mejor. Con un lenguaje exquisito, elegante, creas precisas comparaciones y metáforas que van deshilvanando el tema. Me recuerda al duende del cual hablaba García Lorca, quien se apropiaba del yo poético para urdir el verso. En esa contradicción tan bien expresada subyace, tal vez, el misterio de la poesía. Neruda decía: “Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero”; y, en la aceptación de esta paradoja quizá radica, ese principio mágico que nos sobrecoge y nos hace ver que el poeta es un ser ilógico, que debe luchar con el lenguaje, cuya naturaleza es lógica. En este poema vemos una victoria contundente contra esa limitación del lenguaje, pues la idea poética ha trascendido el mero fenómeno psíquico de proyectar y desarrollar un argumento.
Luego de explorar y sufrir la imposibilidad de reconocernos a través del poema, hábilmente, la última estrofa nos conforta en la esperanza de que la palabra (el lenguaje) tiene el poder para seguir en la búsqueda de nuestro propio rostro.
Del aspecto formal sólo te diré que eres uno de los más sagaces conocedores del ritmo acentual imparisílabo. Encabalgamientos bruscos y suaves, metros decrecientes, quiebres radicales de versos, y recursos retóricos sutilmente utilizados, hacen de tu poema un lujo para el foro.
Mi saludo de bienvenida.
Óscar
Estimado Óscar:
Quiero, en primer lugar, darte las gracias por tu bienvenida al foro.
Te agradezco, también, muy vivamente, tu interesante y generoso comentario.
El poema se centra en la “naturaleza” de lo que solemos llamar inspiración poética. Está, de alguna manera y como bien dices, en el campo de la indagación sobre el poema que es, a su vez, poema, es decir, en el territorio del metapoema (el medio quizá más propicio para la reflexión que puede hacerse sobre el poema, por el valor estético que implica y el valor gnoseológico de la poesía, en general), y cuya práctica podemos leerla desde J. R. Jiménez hasta ilustres representes de la “generación de los 70”, pasando por la “poesía social” de G. Celaya y B. de Otero y por varios e importantes poetas de la “generación del 50”.
En el poema he intentado plasmar/conocer mi “experiencia de la complejidad”, como tal complejidad, en el proceso creativo del poema, con simultaneidad del conocimiento y del proceso de escritura. Según J. Valente, “todo poema es un conocimiento ‘haciéndose’”.
Tienes razón cuando dices “el poeta es un ser ilógico, que debe luchar con el lenguaje”, pues frente a la respuesta racional del lector de un texto, digamos, teórico, el poeta y el lector avezado de poesía siempre dará al metapoema (que habla de poesía sin dejar de hablar del mundo) una respuesta intuitiva y no conceptual.
Respecto al ritmo, creo que está comprobada la eufonía del ritmo acentual imparisílabo. Estoy, como sabes, en el esfuerzo de preservar el ritmo silábico, entendido, más que como la mera regularidad que provee el acento en el verso, el que resulta (en una lograda adecuación fondo-forma) de la modulación de la armonía interior que late en la mente del poeta en el momento creativo y que –en palabras de Navarro Tomás– se traduce en una “sucesión de los apoyos psicosemánticos”.
Te doy las gracias de nuevo por tu valiosa opinión sobre mi propuesta.
Recibe un abrazo.
Felipe.