Editorial Alaire

Acaricié mi perro en la terraza
esperando ese milagro que las noches de verano
parecen destinar a los amantes.
Tenía casi las doce en mi reloj
y un volcán para dos sobre mi cama.
El estrépito vacuo de una feria
su aislada luminaria
y el último suspiro de un rap desapacible
postraron un silencio irrevocable en mi sofá.
Confieso que un gintonic me refugió en su copa
mientras Brel se hacía cargo de mis cavilaciones
-Ne me quitte pas, il faut oublier...-
(Ya entendéis de qué os hablo)
Sorbo a sorbo apuré la madrugada.
¿Y sabéis qué?
Cuando llegue el otoño
y el asfalto intervenga de nuevo nuestros sueños
quizá recoja aquel abril marchito en su portal
y el mayo en que sellamos el prodigio de amarnos.

No sé...tal vez la primavera no entienda de veranos.

La primavera es una loca que no entiende de nada, pero cuando el verano se le viene encima no tiene más remedio que aprender a marchas forzadas y, ya de paso, irse entrenando para el otoño y el invierno, que no pierden comba. Un placer venir a comerme este rosco.
Un abrazo.
Pepa

Una noche de verano magnífica, para soñarla y recordarla. Un placer leerte
Besos
Pilar

[quote="Vicente Fernández-Cortés"]

Tus versos me han situado en uno de esos comics intimistas en blanco y negro, de escenario nocturno, con grandes dosis de soledad. Me gustan mucho el escenario y el tono poético. Un abrazo.

Un poema que destila sensualidad y húmedo calor a raudales.

La mano maestra del poeta nos va introduciendo mágicamente en su mundo de extasiadas pero efimeras sugerencias, y al final, el lector sucumbe sin remedio a su pérdida y a su nostalgia cíclica.

Todo un placer de lectura, querido amigo.

Un abrazo.

Vicente Fernández-Cortés escribió:Acaricié mi perro en la terraza
esperando ese milagro que las noches de verano
parecen destinar a los amantes.
Tenía casi las doce en mi reloj
y un volcán para dos sobre mi cama.
El estrépito vacuo de una feria
su aislada luminaria
y el último suspiro de un rap desapacible
postraron un silencio irrevocable en mi sofá.
Confieso que un gintonic me refugió en su copa
mientras Brel se hacía cargo de mis cavilaciones
-Ne me quitte pas, il faut oublier...-
(Ya entendéis de qué os hablo)
Sorbo a sorbo apuré la madrugada.
¿Y sabéis qué?
Cuando llegue el otoño
y el asfalto intervenga de nuevo nuestros sueños
quizá recoja aquel abril marchito en su portal
y el mayo en que sellamos el prodigio de amarnos.

No sé...tal vez la primavera no entienda de veranos.

Belleza a raudales, Vicente. Y un dolor que se consume entero y puro. Alguna vez afirmé que por instantes así, certificamos la humanidad de nuestro devenir. El efecto quedará tatuado en cada estación, aunque debamos apartar las lágrimas para seguir leyendo.

Abrazos.

Creo que el entender de las estaciones todas se centra en un
lirismo portentoso, abierto al sentir y al consentir
y dotado de la belleza innata a la metáfora precioso y precisa.

un abrazo

`pues es un placer rodar por ese verano, sensual e intimista, contando secretos, con un lenguaje muy actual, tal vez el otoño se lleve ese abril marchito, tal vez seque los veranos, pero aquí estará este poema para recordarlo al lado de un gintonic

un abrazo

Bella y amarga reflexión con olor a pérdida acompañado por el sonido de uno de los grandes, narración actual con léxico adaptado a lo que vivimos, descriptivo, confesional. Quizás Brel nos diría en otra canción que ella no va a volver. Me ha gustado mucho lo que dice y como lo dice.

Un abrazo.

Me ha encantado leer tu hermoso poema, amigo. Pleno de sensualidad y la eternización de los instantes.

Un abrazo fuerte.
Óscar

Un poema sensual donde queda patente el manejo de las figuras en las que eres un maestro.
Excelente, amigo.

Un fuerte abrazo.


José Manuel F. Febles

Vicente Fernández-Cortés, Siempre siguiendo y aplaudiendo tu obra, maestro amigo! Maravillosos versos!