Editorial Alaire

Qué bien escribes, Óscar.

Describes con muchísimo acierto ese estar vivo pero casi muerto, sumido en la tristeza y en la desesperanza.

Tu poema es excelente, amigo poeta.

Mi enhorabuena
Un beso
Ana

Magnífico poema para describir la soledad y un futuro sin esperanza. Felicidades
Abrazos
Pilar

Oscar,

me gusta mucho, amigo. ¿Sabes?, ayer me compré el último libro de nuestro socio de honor, Antonio Gamoneda, "Canción errónea". Había abierto la botella Gamoneda hace unos años, pero había vuelto a corcharla porque no me sentí preparado. Pero este libro lo he empezado a leer y me está maravillando, algo debo haber aprendido aquí.

Te lo cuento porque tu poema me ha recordado alguno de los poemas de este libro, entre otros "Un equívoco", que Alaire publicó por adelantado. Gamoneda escribe como tú de un cuerpo cansado y antiguo, clínico, de una carne que cede al tiempo. Y viene a concluir que la vida es un error, una rara coincidencia que no tendría porqué haber ocurrido, un impredecible "ir de la inexistencia a la inexistencia".

Me has recordado a un maestro, tal vez tú también lo seas.

Un abrazo.

Tu poema es excelente, desde el título hasta cada una de sus lúgubres imágenes. Resulta desgarradora esa manera de describir la muerte, esa anticipación del cadáver en el que se convertirá lo que hoy aún es carne viva que " huye cada día". Brutal.

He disfrutado mucho esta lectura, para releer.

Un saludo bien encarnado.

Óscar Distéfano escribió:Afinidad con mi cadáver

Con mi carne que huye cada día,
con mi voz perseguida por perros del silencio,
con mi mano en el místico vacío determinando surcos compulsivos,
con mi enfermo cadáver que no puede nutrir mis sentimientos,
me ubico en esta soledad donde el destino me ha asignado.

Todo lo que compone mi despojo labra mi ruina en plena construcción.
Sé que estoy todavía, mi sueño destrozado,
por la incompleta destrucción de mi conciencia.

Si bien me estoy acostumbrando a no estar vivo,
y poco falta para que la tierra me recoja y me pudra
y me deshaga, me depuro en la enmienda de mi espíritu,
para morir sin sangre y sin semblante.

Hay fuego en mi agonía, un diluvio de cuerdas que estremecen,
olas de magma en mis océanos de vida.
Mi tristeza retorna a sus salitres.

Me veo en mi esqueleto, andando las campiñas inmortales,
con mi torpe lenguaje de cadenas, cargado de mí mismo,
como engendro sin carne ni jardines
y otra forma de mundo y de fracasos.

Grandioso trabajo, Óscar. La visión del rigor mortis espiritual, la frialdad tan viva, el universo exaltado de la penumbra; todo fluye para lograr un poema con dosis de calidad imponente.

Me ha recordado un poema de Roque Dalton, El vanidoso.



Yo sería un gran muerto.
Mis vicios entonces lucirían como joyas antiguas
con esos deliciosos colores del veneno.
Habría flores de todos los aromas en mi tumba
e imitarían los adolescentes mis gestos de júbilo,
mis ocultas palabras de congoja.

Tal vez alguien diría que fui leal y fui bueno.
Pero solamente tú recordarías
mi manera de mirar a los ojos.

Una de las caras del amor es la muerte,
en el humo de esta época eternamente juvenil.
¿Qué me queda ante ti sino la perplejidad de los reyes,
los gestos del aprendizaje ante la crecida del río,
las huellas de la caída de bruces entre la ceniza?
La propia juventud decrece
y trota la melancolía como una mula.


Ovación sin medida y gracias por tu maravilloso aporte.

Abrazos.

Soledad, muerte en vida. Magnifico trabajo, Oscar. Una maravilla tu escritura. Me ha encantado.

Un abrazo.

Óscar Distéfano escribió:Afinidad con mi cadáver

Con mi carne que huye cada día,
con mi voz perseguida por perros del silencio,
con mi mano en el místico vacío determinando surcos compulsivos,
con mi enfermo cadáver que no puede nutrir mis sentimientos,
me ubico en esta soledad donde el destino me ha asignado.

Todo lo que compone mi despojo labra mi ruina en plena construcción.
Sé que estoy todavía, mi sueño destrozado,
por la incompleta destrucción de mi conciencia.

Si bien me estoy acostumbrando a no estar vivo,
y poco falta para que la tierra me recoja y me pudra
y me deshaga, me depuro en la enmienda de mi espíritu,
para morir sin sangre y sin semblante.

Hay fuego en mi agonía, un diluvio de cuerdas que estremecen,
olas de magma en mis océanos de vida.
Mi tristeza retorna a sus salitres.

Me veo en mi esqueleto, andando las campiñas inmortales,
con mi torpe lenguaje de cadenas, cargado de mí mismo,
como engendro sin carne ni jardines
y otra forma de mundo y de fracasos.

Gran poema a la desesperanza, Óscar. A la anorexia espiritual de nuestros tiempos. Tu poesía vuela alto. Abrazos, ERA

El poema se propone restituir la naturaleza del ser humano a la decadencia y a sus efectos devastadores, a la degradación como origen. Muy bueno, evocado desde una cumbre de estoicismo. Felicitaciones y mis abrazos, amigo.

Ana Muela Sopeña escribió:Qué bien escribes, Óscar.

Describes con muchísimo acierto ese estar vivo pero casi muerto, sumido en la tristeza y en la desesperanza.

Tu poema es excelente, amigo poeta.

Mi enhorabuena
Un beso
Ana

Gracias, amiga poeta, por abrir estos comentarios con palabras tan amables. Tu opinión es muy valiosa para mí, desde siempre.

Un abrazo fuerte y mi admiración a tu poesía.
Óscar

Pilar Morte escribió:Magnífico poema para describir la soledad y un futuro sin esperanza. Felicidades
Abrazos
Pilar

Gracias, Pilar, por aprobar estos versos. Tus comentarios son siempre certeros, y abren las compuertas a la reflexión del mensaje.

Un abrazo.
Óscar

Todo un retrato de la descomposición existencial. No se puede decir que sea un poema optimista precisamente, pero sin duda está bien escrito. Un abrazo.

Es potente y límpido, la voz tiene fuerza para cargar con la lucha y eso ya es un triunfo.
Necesito esta raíz:

"con mi mano en el místico vacío determinando surcos compulsivos,
con mi enfermo cadáver que no puede nutrir mis sentimientos,"

para mí son el magma y la imantación.
Un placer de lectura. Abrazos.

Óscar Distéfano, Una muerte que llega al alma. Quisiera tener tu capacidad de análisis para llegar al fondo y hace la autopsia a este soberbio poema de gran distinción. Con afecto.

Oscar, brutal poema, las imagenes son impactantes, llevas al lector a ese suburbio del espíritu en su sumida soledad, en la reflexión del tiempo y las horas muertas, en la agonía de los días cansados. Eriza la piel desde el título

besos