Míra
- dijiste -
y tus ojos eran lámparas de nocturna espuma.
Encendí los labios.
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- Música -
Apenas un roce los dedos,
y un millar de saltamontes verdes
- como xilófonos -
sacuden todas y cada una
de las vértebras que alinean mi espalda.
Suena un adaggio.
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- Aire -
A veces, el viento se empecina
en volcar ráfagas de pájaros azules
sobre los hombros.
Entonces, abro las manos y acaricio el aire.
(Pues habréis de saber que todas estas tres cosas suceden sólo, pero sólo sólo, cuando es solsticio de verano, estáis en el mediterráneo de Alicante y os llamáis Concha Vidal, a veces también si os llamáis de otra manera. Hoy es 20 de junio en 2013)