Canción de arena

[Bruno Laja]

Aquella canción que te tapaba la boca y los oídos
como una mordaza sagrada
reverbera en el gesto con que una mano se suelta de otra mano
y se coloca en la frente para no cegarse con el sol sumergido
que viaja y viaja sin moverse.
Aquella canción se reproduce con la mirada,
vampiriza cada cuerpo hallado y pesa más que cuando era sólamente una nota
levantando las baldosas casi imperceptiblemente,
haciéndote cosquillas en los pies
y lágrimas encontrándose con tus ojos.
Cuando amas esos cuerpos una pérdida reconoce tu mano
esta vez llena de un puñado de carne sin cribar,
sostenido por una brisa que sopla detrás de la luz.
Si en ese momento tus párpados se abrieran se vería el sol
oscuro debajo y más brillante en la superficie.
La canción ya no es aquella sino esta:
Debajo de tu mano mi cuerpo se hunde y después desaparece.
Te rodea un anillo que gime.

[Rafel Calle]

Hermoso poema, amigo Bruno, trufado de imágenes altamente evocadoras, en un tono de melancolia en las manos que añoran el cobijo de las manos.
Ha sido un placer leerte. Felicidades, compañero.
Un cordial abrazo.

[Pilar Morte]

Hermoso poema que he tenido el placer de disfrutar.
Besos
Pilar

[Hallie Hernández Alfaro]

El anillo que gime se hace órbita amante, luminosidad que hace renacer los epitelios de la flor conjugada.

Grande, Bruno, muy grande tu canción de arena.

Reverencias y ovación.

[Macedonio Tracel]

me imagino la canción de arena como un reloj de arena y el poema deshaciéndose para ser tiempo y el sshh cayendo "sostenido por una brisa que sopla detrás de la luz".

[Ana Muela Sopeña]

Pero qué bien escribes, Bruno.

Siempre es garantía de encontrar Buena Poesía asomarse a tu ventana...

Un beso
Felicitaciones
Ana

[J. J. Martínez Ferreiro]

Un hermoso poema donde los materiales poéticos, metáforas, símbolos, adquieren una gran plasticidad y fuerza líricas.

Me gustó sobre todo:
a canción ya no es aquella sino esta:
Debajo de tu mano mi cuerpo se hunde y después desaparece.

Un abrazo

[E. R. Aristy]

Aquella canción que te tapaba la boca y los oídos
como una mordaza sagrada
reverbera en el gesto con que una mano se suelta de otra mano
y se coloca en la frente para no cegarse con el sol sumergido
que viaja y viaja sin moverse.
Aquella canción se reproduce con la mirada,
vampiriza cada cuerpo hallado y pesa más que cuando era sólamente una nota
levantando las baldosas casi imperceptiblemente,
haciéndote cosquillas en los pies
y lágrimas encontrándose con tus ojos.
Cuando amas esos cuerpos una pérdida reconoce tu mano
esta vez llena de un puñado de carne sin cribar,
sostenido por una brisa que sopla detrás de la luz.
Si en ese momento tus párpados se abrieran se vería el sol
oscuro debajo y más brillante en la superficie.
La canción ya no es aquella sino esta:
Debajo de tu mano mi cuerpo se hunde y después desaparece.
Te rodea un anillo que gime.

Bruno, me recuerda la belleza de tu poema a las composciones magnificas de Silvio Rodriguez, tienes el halo del poeta natural. Abrazos, ERA

[C.P. Fernández]

Bruno, creo que ya te dicho lo mucho que me gusta tu poesía. Nos dejas otro espléndido trabajo.

Un abrazo.

[Hallie Hernández Alfaro]

Sube para los domingos poéticos de Alaire.

[Macedonio Tracel]

aprovecho a saludarte en tu canción de arena, el tiempo nunca se recompone, es algo que ya se ha ido y escurrido dejando secas las manos. un gran abrazo mi muy amigo.

[Antonio Justel]

Aquella canción que te tapaba la boca y los oídos
como una mordaza sagrada
reverbera en el gesto con que una mano se suelta de otra mano
y se coloca en la frente para no cegarse con el sol sumergido
que viaja y viaja sin moverse.
Aquella canción se reproduce con la mirada,
vampiriza cada cuerpo hallado y pesa más que cuando era sólamente una nota
levantando las baldosas casi imperceptiblemente,
haciéndote cosquillas en los pies
y lágrimas encontrándose con tus ojos.
Cuando amas esos cuerpos una pérdida reconoce tu mano
esta vez llena de un puñado de carne sin cribar,
sostenido por una brisa que sopla detrás de la luz.
Si en ese momento tus párpados se abrieran se vería el sol
oscuro debajo y más brillante en la superficie.
La canción ya no es aquella sino esta:
Debajo de tu mano mi cuerpo se hunde y después desaparece.
Te rodea un anillo que gime.

... realmente sí, todo, toedo se vuelve arena, Bruno, todo; tu poema es un buen trabajo en esa dirección mediante el contacto amoroso e hilvanando con sobriedad y cautela aquello que nos lleva a esae "anillo que gime"; mis saludos, poeta, Orión

[F. Enrique]

Atrapa tu canción, Bruno, y emociona en la medida que avanza hasta convertirse en otra, quedan esos instantes que has definido con una belleza extraña y envolvente. Suena la música triste al compás de tu poema.

Un abrazo.