Res
Publicado: Vie, 14 Jun 2013 22:29
Su joya es el cencerro en el que nadie ha escupido.
No pendió de res ninguna.
Nació con él. Su ombligo no lo hallaron porque una suave tempestad
quebró los ornamentos de la vida.
Nació con él pero también le fue restituido
si lo llamaban sin pensar, sólo mirando la corriente
que arrastraba los restos de su nombre;
su sonido era el recuerdo de ponerse en pie y sostener un báculo
sabiendo que hacer no se sostiene.
Y después dormir y no callar;
la cama rodeada,
el nombre a medio hacer y un cargo de conciencia en el cuenco de la mano:
con éste dedo matarás, con éste volverás,
con éste no podrás perderte, será una linterna para andar en la luz;
con éste verás el eco de los cuerpos en un charco en el que no está tu cuerpo;
con éste te cobijarás, borrarás los tatuajes de la lengua,
y éste, sólo éste,
entrará y se reproducirá y poseerá todos los órganos
de modo que todo lo sentido será el viaje de este dedo
y todos los sentidos se reunirán allí donde descanse
y el silencio huirá de tu joya.
Su cencerro lima las escaleras,
su cencerro se agita un poco y el eco se busca el corazón en todos los pechos.
Así entré donde tenías las cosas abandonadas dentro de la casa recién construida.
Servían para ocupar el afán y el molino de las cosas me miraba.
Estaba en el proceso, ¿entiendes?, en el proceso de no saber usarme.
Ahora ando llevando el vacío de una capacidad a otra y los instrumentos que me engañan
son los más parecidos a mí.
Repito que su joya es el cencerro en el que nadie ha escupido.
Tiene el brillo profundo de algo que es cedido para que la oscuridad cambie de carne.
Repito: suéname en lo sobrante.
No pendió de res ninguna.
Nació con él. Su ombligo no lo hallaron porque una suave tempestad
quebró los ornamentos de la vida.
Nació con él pero también le fue restituido
si lo llamaban sin pensar, sólo mirando la corriente
que arrastraba los restos de su nombre;
su sonido era el recuerdo de ponerse en pie y sostener un báculo
sabiendo que hacer no se sostiene.
Y después dormir y no callar;
la cama rodeada,
el nombre a medio hacer y un cargo de conciencia en el cuenco de la mano:
con éste dedo matarás, con éste volverás,
con éste no podrás perderte, será una linterna para andar en la luz;
con éste verás el eco de los cuerpos en un charco en el que no está tu cuerpo;
con éste te cobijarás, borrarás los tatuajes de la lengua,
y éste, sólo éste,
entrará y se reproducirá y poseerá todos los órganos
de modo que todo lo sentido será el viaje de este dedo
y todos los sentidos se reunirán allí donde descanse
y el silencio huirá de tu joya.
Su cencerro lima las escaleras,
su cencerro se agita un poco y el eco se busca el corazón en todos los pechos.
Así entré donde tenías las cosas abandonadas dentro de la casa recién construida.
Servían para ocupar el afán y el molino de las cosas me miraba.
Estaba en el proceso, ¿entiendes?, en el proceso de no saber usarme.
Ahora ando llevando el vacío de una capacidad a otra y los instrumentos que me engañan
son los más parecidos a mí.
Repito que su joya es el cencerro en el que nadie ha escupido.
Tiene el brillo profundo de algo que es cedido para que la oscuridad cambie de carne.
Repito: suéname en lo sobrante.