Editorial Alaire

Hay poetas de gran talento que no me gustan, porque parecen jugar con la ventaja de saberse en posesión de lo que el resto del mundo carece como norma, ellos van al casino para echar despreocupadamente unas manos a la ruleta con el colchón verde y dorado que les proporciona su talento. Hablaría de Dalí casi siempre y, muchas veces, de Spielberg, por poner unos ejemplos. Orson Welles amaba la buena vida y a las mujeres bellas (casi tanto como a Shakespeare), y lo arriesgaba todo por el placer de tener la oportunidad de fracasar en una nueva película, evidentemente también jugaba a la ruleta, pero a la rusa. Sus cuadros no se subastan en Christie's, podemos llevárnoslos a casa por unos 24 euros sin pelearnos con nadie. No encontró lo que buscaba, pero nos lo ha dejado a un precio tan especial como si fuéramos amigos de toda la vida.

(Alexander Chandler - Conversaciones con Laura)

Muy buenas líneas en el soñar y vivir, armando universos, estilos y posteridades.

Salud y gracias por compartir, F. Enrique.

PD: Se te echa de menos en Alaire, compañero.

Solo quise hablar, no sé si lo hice con claridad, del destino errático de quien es artista lo quiera o no, aunque no lo pueda asimilar. Por muchas vueltas que les demos a sus comportamientos no podemos llegar a comprender como Welles o Brel intentaban apaciguar la llama que ardía en el interior de su esencia como hombres. Hay más Shakespeare en un primer acto de Macbeth y más ternura malherida en un solo verso de Amsterdam de lo que, a veces, vemos en toda una temporada de Broadway.

Un abrazo, Hallie. Gracias por haber acaparado en esta anécdota que estaba destinada a pasar desapercibida.

Sube para deleite de todos.

Me parece fantástico, Hallie, que hayas vuelto a esta pequeña anécdota en la que cuando digo poeta quiero decir artista y en la que, desde mi modesto punto de vista, intento desentrañar un aspecto importante de la inquietante personalidad soñadora de uno de los genios de la pasada centuria.

Gracias, Hallie, si no fuera por ti habría reflexionado mucho menos sobre lo que escribo.

Ubicar el arte de la poesía y la cultura en el Quijote me parece un gran acierto; nadie como él y su creador, Cervantes, saben más de cuanto dejas escrito, F. Enrique. Un abrazo.
Salud.

Me encanta, Julio, que seas un devoto confeso de la obra cumbre de nuestra literatura, lo mismo me ocurre con Orson Welles para quien llevarla a la pantalla se convirtió en una obsesión y en un sueño. He pretendido en pocas palabras describir el espíritu agónico que se apodera de algunos artistas y compararlo con la característica más reconocible de don Quijote.

Muchas gracias, Julio, me alegra mucho que te hayas detenido en este pequeño texto.