Editorial Alaire

Era la hora,
éramos vientre,
serenamente la tarde atardecía
entre las hojas vacías de tu mirada…
diferente…
tu boca vino a verme, volátil,
templada,
bañada en las marismas salitres
de mi carne agazapada…
y abandoné las puertas apagadas
para azuzar la hoguera,
y huyó la espera amanecida.

Era la hora,
éramos vida,
salvajemente te tuve y nos tuvimos
mordiéndonos el alma entre palabras,
sangrándonos caminos,
tejiéndonos gemidos
lascivamente irreverentes,
ocultos…
asesinos…
imperdurablemente ausentes.

Era la hora,
éramos fuego,
el juego, nos sorprendió desnudos
y el miedo moría en carne y hueso,
y el cielo,
se nos llenó de luna,
y el beso,
salió a buscar mi verso abandonado
en algún lugar invicto de tu cuerpo.

Era la hora,
éramos tiempo,
quedaron las caricias hablando de dulzura
insoportablemente leves camino de la nada,
y mientras, la locura,
cautiva y desarmada,
se nos perdió en la mar…
enamorada.

Miguel, siempre es un placer leer sus obras llenas de sentimiento,
le dejo bendiciones.

Miguel, inagotable tu poder de entrega. Y esa emoción absoluta que hace volar tan alto tu pluma.

Felicitaciones y muchos aplausos.

Blanca N. García González escribió:Miguel, siempre es un placer leer sus obras llenas de sentimiento,
le dejo bendiciones.

Muchas gracias Blanca.

Hallie Hernández Alfaro escribió:Miguel, inagotable tu poder de entrega. Y esa emoción absoluta que hace volar tan alto tu pluma.

Felicitaciones y muchos aplausos.

Un placer tenerte entre mis letras amiga. Un abrazo