Editorial Alaire

Arde esta cicatriz en mi vientre de luna.
Palpo un volcán de sombra
en tu piel consagrada a lo diabólico.
Se esconde mi dolor de tu agravio en el cieno.

Me clavas tu puñal de transparencia
con la brutalidad de un ser sin ojos,
mientras mi llanto cae como la escarcha.

Simulo que estoy bien
y la fuerza ancestral de los ciclos eternos
me construye en presagios y palabras,
pero la realidad es muy distinta.

Me arrastro en la penumbra
casi descuartizada
por tus armas letales.

Tus mundos demoníacos me hieren
en el confín del hambre y la orfandad.

Arde esta cicatriz
en mi cuerpo que flota sobre el lago
como un suave nenúfar...


Ana Muela Sopeña

Un poema muy en ese brillante estilo tuyo, mágico, insinuante, cargado siempre de una inquietante sensualidad.

Biquiños.

Preciosooo, Ana. Lo he leído sin parpadear; la fuerza del dolor se apodera de los cristalinos; las imágenes son pulcras y detonan un sinfín de emociones humanas conocidas y tremendas.

Aplausos a montones y un beso grande.

Puede ser delicado el dolor? La sutileza con la que has descrito esta quemadura de sangre me lo ha parecido, querida Ana, es precioso y suave, como ese nenúfar. Un beso.

Oscuro poema Ana, tal como dice Isabel precioso y suave.

Es un placer pasar por tus letras.

Un abrazo.

Logrado y hermoso poema con imágenes que guarda la retina.
Besos
Pilar

La segunda estrofa me parece brutal, Ana. Es como si me atravesara esa indiferencia que desgarra más que una herida ensangrentada.

Duros versos con notas perfumadas de belleza.

Abrazos.

Siempre hay alguna herida en el sentir. Es un consuelo poder descargar en u poema la reflexión y las inquietudes.

un abrazo

Qué buen desarrollo tiene este poema, y el cierre es perfecto, armónico. Siempre es bueno leerte, Ana, por recorrer ese tu mundo poético que tanta riqueza guarda, ya sea en lo semántico como en la forma. Hay mucho oficio en ti por estos tiempos.

Un saludo fraterno.
Óscar