Editorial Alaire

A esa pena no he podido acostumbrarme.

(Friedrich Hölderlin)



El resplandor mortecino que abriga
una corona de espinas ensangrentada,
el despertar de barro y tartanas
que obstruyen la calzada
de nuestras aventuras cuando vivir era sueño,
y el abandono
se ajustan a la frente de mi barrio
mordida por las olas y el salitre
que inunda la Playilla y empapa su pobreza
donde duermen los barcos varados para siempre,
y arrastra esta ausencia de niños que caminen,
la cartera a la espalda,
peinados, somnolientos,
los adioses de ortigas y cardos en la Vía
y los geranios blancos que escuchan los requiebros
de amantes solitarios que lloran bajo la luna.

El ahogado quejido resuelto en la llamada
de antiguas soledades, de héroes sin rostro
entre sábanas azules que anuncian la salida
del viejo pescador que murió una noche triste ,
y no puede zarpar con él mi alma que sufre dulcemente
porque está aquí en mi playa y en los muelles destrozados,
en los besos sin nombre, en canciones que suenan
y se mecen en la arena de mis primeros juegos,
en sirenas sin pudor que sonríen en la orilla
y te enamoran...

¡Qué lejos estás ahora que te siento perdido
y no me llamas!
¿Qué sombra se ha llevado mi sonrisa en el viento?

Un entrañable poema sobre los paisajes de la infancia o de tiempos pasados donde el paisaje quedó unido a esos momentos inolvidables. Siempre nos parece que si los lugares físicos donde nuestros míticos tiempos, aun permanecen, algo aun vivo queda impregnado en esa fisicida, pero si estos desaparecen, ya definitivamente todo se ha ido.

Todo un placer, querido amigo.

Bellísimos versos. Los lugares del pasado tienen alma y así lo expresas en tu magnífico poema. Si esos lugares nos acompañan en la memoria e incluso podemos verlos pensamos que las emociones y sentimientos no morirán.

Es un bálsamo para el espíritu tu obra.

Felicitaciones
Un fuerte abrazo
Ana

Enrique,

me ha gustado mucho, amigo. Tu estilo resulta muy reconocible, esas descripciones de paisajes sentimentales en los que sobresalen detalles de la infancia, de la ciudad, del mediterráneo. Sabes trasportar al lector a ese lugar y a ese instante que se ha quedado prendido en tu memoria, le haces partícipe de tu emoción nostálgica.

Si tuviera que decir algo, tal vez diría que las enumeraciones descriptivas pueden resultar en ocasiones un tanto monótonas. Tal vez vendría bien, alguna vez, condensar el estupendo contenido a base de "cocinar", de moldear, de reducir la forma, de concentrar los significados, etc. Aunque, pensándolo bien, tu magnífico estilo descriptivo, extensivo, seguramente perdería algo de su excelente capacidad de evocación.

Un abrazo, amigo.

y qué bien que vuelvan esos recuerdos infantiles, todos volvemos, amigo Enrique, tú nos traes esos paisajes bellos de tu barrio, y lo haces tan bien que sin querer quererlo he estado allí o me he visto en algunos de ellos, me ha gustado mucho pasearme entre tus letras nostálgicas.

Un abrazo.

Gracias, J.M.M., lo bello y lo terrible se dan muchas veces la mano, y sabemos que no podemos separarlos. Hemos de aceptar el arroyo de donde venimos e intentar llegar al mar, como todo el mundo. Son fragmentos de un hombre atascado que intentaba escribir en verso porque no le salía en prosa.

Un abrazo, J.M.M., me alegro de que te haya gustado.

Nostálgico y emotivo poema nos dejas Enrique. Un placer pásame por tus versos

saludos

rafael

Ponerse melancólico no siempre es una buena receta para conseguir un poema en ese tono, pero puede servir. Es evidente que la mayoría de las veces no sabemos lo que buscamos, pero sí lo que no deseamos encontrar. Hay cosas que cuanto más tiempo pasa más se nos acercan. Ha cambiado mucho mi ciudad, y muchos cambios eran evitables y atentaban directamente contra la belleza y contra la razón.

Gracias, Ana, por tus palabras, en las cuales no escatimas halagos.

Un abrazo.

Bueno, Pablo, tenías ganas de comunicarme contigo, de decirte que me gusta mucho tu actitud, no creo que sea muy distinta a la que lleves en las demás cosas de la vida, es vitalista, positiva y sobre todo creíble porque la transmites tú con los elementos que distinguen una pasión sincera. Hay otras personas que me han dicho algo parecido y a las primeras de cambio me demostraban que no era así ¿es un pecado soñar?. Mi actitud ante la poesía es la misma que ante la vida, si no me apasiono no percibo una mínima posibilidad de alcanzar el gozo. Llevo unos nueve días pasándolo bien escribiendo, y es fantástico, pero sé que no va a durar, ya veo al monstruo verde rondando sobre mí.

El otro día una persona que me quiere me preguntó qué era más importante para mí, la vida o la poesía. Yo me sentí mal porque pensé que no me conoce.

Un abrazo, Pablo, intento disfrutar, eso es todo.

Qué agradables suelen ser los recorridos por la infancia. Tu poema nos lleva de la mano de la tuya y hace belleza en cada verso.

Besos
Pilar

Una infancia en blanco y negro que ocurre a la orilla de un mar azul. Una infancia que se quedó varada en una playa que ya no existe, borrada bajo un puerto deportivo en colores. Me suena ese paisaje tuyo. Me gustó el poema.
Un abrazo.
Pepa

Me alegra mucho lo que dices, Isabel, porque evocas la infancia como un lugar común, como una forma de ver las cosas a través de nuestros pequeños ojos y un corazón que siempre tiende a lo bueno, y yo te agradezco que lo hayas visto en mis palabras.

Un abrazo.

Hermoso y loable poema de Enrique.

Me ha costado pero te encontré.Tú traes el intraesqueleto de la poesía.Lo que no debe olvidarse para hacer cada uno su camino, sea el que sea.

Es todo un honor que me haces comentándome el poema y una ocasión que me ofreces para saludarte, Rafael.

Un saludo.