TODAVIA
Publicado: Lun, 03 Jun 2013 10:49
Todavía me alcanzas
cuando la noche
se viste de mimbre para sentirte liquida,
y en la aurora,
a pesar de ser la hora escrita de la monotonía,
se llena el día de palabras,
y entre los dedos,
tu pecho me recorre como entonces…
todavía…
Aún te tiento y me tientas,
y vuelas a ras de mi tierra y levanto la palabra
para ungirme en tu desnudo,
y enloquecer contigo enfurecido,
y perecer bajo los sables de tu falda…
desangrado…
Todavía el tiempo nos ignora
y todo es surco para sembrarnos vivos,
heridos de palabra en cada hora,
pecados de obra y omisión,
en esta letanía que nunca dura demasiado,
acordes de canción inagotable
que suena incansable en cada esquina,
en cada esquirla de esta calle que recorre
el laberinto ardiente de tu carne.
Y aquí comienza la poesía,
palmo a palmo acariciada
en el salmo sagrado que te nombra
cuando mi boca estalla en tu desnudo
y nos amamos borrachos de lujuria,
perdidos en la furia que arrastra los reproches
del miedo acumulado en la decencia,
y te espera impaciente cada día
para dejar el tiempo en cicatrices,
y seguir viaje en el vetusto vagón
de aquella estación,
que guardó tu niñez en la consigna
y nos hizo diferentes,
como los pulsos impacientes que vestimos…
todavía…
cuando la noche
se viste de mimbre para sentirte liquida,
y en la aurora,
a pesar de ser la hora escrita de la monotonía,
se llena el día de palabras,
y entre los dedos,
tu pecho me recorre como entonces…
todavía…
Aún te tiento y me tientas,
y vuelas a ras de mi tierra y levanto la palabra
para ungirme en tu desnudo,
y enloquecer contigo enfurecido,
y perecer bajo los sables de tu falda…
desangrado…
Todavía el tiempo nos ignora
y todo es surco para sembrarnos vivos,
heridos de palabra en cada hora,
pecados de obra y omisión,
en esta letanía que nunca dura demasiado,
acordes de canción inagotable
que suena incansable en cada esquina,
en cada esquirla de esta calle que recorre
el laberinto ardiente de tu carne.
Y aquí comienza la poesía,
palmo a palmo acariciada
en el salmo sagrado que te nombra
cuando mi boca estalla en tu desnudo
y nos amamos borrachos de lujuria,
perdidos en la furia que arrastra los reproches
del miedo acumulado en la decencia,
y te espera impaciente cada día
para dejar el tiempo en cicatrices,
y seguir viaje en el vetusto vagón
de aquella estación,
que guardó tu niñez en la consigna
y nos hizo diferentes,
como los pulsos impacientes que vestimos…
todavía…