Editorial Alaire

Las palabras salieron de tu boca,
pero no de un modo amable como yo hubiera querido
sino acompañando a un ejército de víboras.

Me atormentaron un día,
pero después
arrojé al mar
los tóxicos del hambre.

Y supe de tu muerte y tu vacío
cuando vi las tumbas de tus padres
con sus nombres grabados.

Imploré al universo
para que me arrancase de tu vientre
y mis plegarias blancas en la noche
me permitieron escapar
de tus letanías de inframundo.

He pasado la página
que te nombraba en calles de la ciudad desnuda
y ahora vuelves melancólico
a ser un hombre
sin identidad y sin historia.

Eres de nuevo un ser sin rostro
que deambula por aceras
de esta urbe sin alma,
donde la utopía
yace enterrada para ti
bajo las sepulturas de los sueños.

Eres sólo una sombra entre las plazas.
Caminas junto al humo de los anestesiados.
Sollozas en silencio
en el íntimo segundo,
justo antes
de sumergirte en el olvido.
Y tu vida execrable se hace agua,
mientras destruyes todo lo que tocas.
La voz del viento sabe de tu llanto,
pero la piedra es siempre tu disfraz,
mientras los muertos alzan su temblor
a través de tu casa sin espíritu.
Los relojes de la luna son amigos
de tus sucias mentiras...

La lluvia va lavando en un ritual
las excusas que siempre has inventado
para hacer de tu vida un cuento gótico.

Danza, maldito, en tristes cementerios.
Abraza ya al demonio que te abraza
y deja de jugar con los pentáculos
en el país oscuro
de nunca jamás
con las ninfas urbanas que aún sueñan.


Ana Muela Sopeña

Un extraordinario poema, querida Ana. Le veo a tus poemas un inclinación diferente, como si te acercaras a los poetas de la experiencia, con una "lírica urbana" digna de todo encomio. Mis felicitaciones. Me has sorprendido gratamente.

Un abrazo fuerte.


José Manuel F. Febles

Ana, impresionante poema en el que se vacía el alma y el dolor.
Renace la esperanza a medida que muere el poema-noche y crece el día.

Un fuerte abrazo

Ana magnífico poema, en el que tus vivencias buscan el sonido
de la palabra que está dispuesta a proteger el lirismo íntimo que
da vida al poema.

un abrazo

Una expèriencia muy grata pasar por tu magnífico poema. Precioso
Besos
Pilar

Muchas gracias, José Manuel. No me propongo nada...Simplemente escribo y este poema salió así, lo escribí de golpe.

No soy yo la escribe los poemas sino que los poemas se escriben solos a través de mí. Al menos eso es lo que siento.

Un fuerte abrazo
Ana

Esto es lo que yo llamaría un escarnio poético del desamor, de lo más lapidario que haya leído hasta ahora. Lenguaje desenfadado, impúdico, que se abre a un renovado sendero en la poética de nuestra autora. Es, además, un ejemplo de lo que debería ser un poema que tenga pretensiones de llegar al gran público, y salir del estilo enrevesado que se escribe sólo para poetas. Y también, acotar, que no existe la más mínima sospecha del feminismo muy en boga en la poesía actual femenina, sino es tan sólo el grito auténtico, la catarsis verdadera de una mujer despechada.

Del ritmo ni hablemos. Sabemos de la maestría con que nuestra poeta maneja los recursos de la métrica y la retórica.

Un abrazo.
Óscar

Gracias, Concha, por venir a enredarte en estos versos...

Un beso
Ana

Las palabras salieron de tu boca,
pero no de un modo amable como yo hubiera querido
sino acompañando a un ejército de víboras.

Ya el comienzo no deja entreveer que es un gran poema de principio a fin, pues lleva la emcoción impresa, se deja sentir con toda su profundidad.
Mi enhorabuena, poeta, es enorme!

Un fuerte abrazo.

Cecilia

Hola, Ana,
es un poema duro, pero siento que en su pulcra contención hay una luz buena, algo que reside en la arquitectura exquisita del poema. Ademas, me gusta pensar que seguro hay quien querría ser sin identidad y sin historia; lo aproximaría a sí mismo. Ha sido un placer de lectura. Un abrazo.

Ana Muela Sopeña escribió:Las palabras salieron de tu boca,
pero no de un modo amable como yo hubiera querido
sino acompañando a un ejército de víboras.

Me atormentaron un día,
pero después
arrojé al mar
los tóxicos del hambre.

Y supe de tu muerte y tu vacío
cuando vi las tumbas de tus padres
con sus nombres grabados.

Imploré al universo
para que me arrancase de tu vientre
y mis plegarias blancas en la noche
me permitieron escapar
de tus letanías de inframundo.

He pasado la página
que te nombraba en calles de la ciudad desnuda
y ahora vuelves melancólico
a ser un hombre
sin identidad y sin historia.

Eres de nuevo un ser sin rostro
que deambula por aceras
de esta urbe sin alma,
donde la utopía
yace enterrada para ti
bajo las sepulturas de los sueños.

Eres sólo una sombra entre las plazas.
Caminas junto al humo de los anestesiados.
Sollozas en silencio
en el íntimo segundo,
justo antes
de sumergirte en el olvido.
Y tu vida execrable se hace agua,
mientras destruyes todo lo que tocas.
La voz del viento sabe de tu llanto,
pero la piedra es siempre tu disfraz,
mientras los muertos alzan su temblor
a través de tu casa sin espíritu.
Los relojes de la luna son amigos
de tus sucias mentiras...

La lluvia va lavando en un ritual
las excusas que siempre has inventado
para hacer de tu vida un cuento gótico.

Danza, maldito, en tristes cementerios.
Abraza ya al demonio que te abraza
y deja de jugar con los pentáculos
en el país oscuro
de nunca jamás
con las ninfas urbanas que aún sueñan.


Ana Muela Sopeña

Uff, qué genialidad. Cuánta fuerza concertante, cuánta elocuencia puntual y directa.
Me han encantado, no, fascinado estos versos que son para aplaudir de pie. Así lo hago, poeta.
Un beso

Guillermo, gracias por acercarte a mi poema.

Un beso
Ana

Es tan conseguido el poema, tan bien hecho, que es deseable ser esa persona a la que te diriges. Porque aquí hay un templo del odio, donde reza el alma. O tal vez la realidad en sus oscuros detalles, la ignorada, que ahora se vuelve espejo de la decepción. Ana, excelentes las metáforas e imágenes, me ha gustado sobremanera.
Mis felicitaciones y muchos abrazos, querida amiga. Feliz domingo.

Ana, me ha calado muy hondo este poema, que parece vomitado de las mismas entrañas para caer con toda su peso y rabia sobre nuestras pupilas.

La voz del viento sabe de tu llanto,
pero la piedra es siempre tu disfraz,
mientras los muertos alzan su temblor
a través de tu casa sin espíritu.
Los relojes de la luna son amigos
de tus sucias mentiras...

Mis aplausos, estimada amiga. Un fuerte abrazo.

Gracias, Pilar, es una alegría verte entre mis versos.

Un fuerte abrazo
Ana