LA CARTA DEL REGRESO
Publicado: Lun, 27 May 2013 8:45
Abrázame en las horas cercanas de tu boca
y hazme estrofa de tu melancolía,
permíteme que el día sea distinto
y que el instinto te traiga valiente a la memoria,
que de nuevo he sentido que te ocultas
y me duelen los pulsos que te olvidan.
Escríbeme la carta del regreso,
que he puesto mi piel en tu ventana
tratando de ser en la oración,
pasión de caminante y otoño trashumante
en los campos de tu estío.
Sumérgeme en el rio que arrastra las palabras
y déjame que flote entre tus dedos,
dibújame los cielos con tu pelo y haz que el mar
sepulte las palabras tristes y los lamentos,
que quiero vestir el miedo de perderte
con las túnicas de sal de tu caricia,
y sentir la avaricia de tu desnudo
constante en la mirada,
amante en la espesura de quererte,
rebelde en la locura de sentirte
atada para siempre en los caminos
que llevan a los vinos de tu alcoba.
Dormida está la herida en la mañana,
erguida la mano que acampa en tu llanura,
y en tu cintura,
el sol se ha vestido de ocre entre los mayos
y te he amado de nuevo diferente,
porque has vuelto
al surco arrancado a lo inerte de mi entraña
y mi sueño ha temblado,
porque hoy he vuelto a verte
sin tenerte a mi lado,
apenas sin mañana,
sin abrirte las horas al delito de amarte
por encima de luces y de sombras…
y escaleras eternas a tu infinito.
y hazme estrofa de tu melancolía,
permíteme que el día sea distinto
y que el instinto te traiga valiente a la memoria,
que de nuevo he sentido que te ocultas
y me duelen los pulsos que te olvidan.
Escríbeme la carta del regreso,
que he puesto mi piel en tu ventana
tratando de ser en la oración,
pasión de caminante y otoño trashumante
en los campos de tu estío.
Sumérgeme en el rio que arrastra las palabras
y déjame que flote entre tus dedos,
dibújame los cielos con tu pelo y haz que el mar
sepulte las palabras tristes y los lamentos,
que quiero vestir el miedo de perderte
con las túnicas de sal de tu caricia,
y sentir la avaricia de tu desnudo
constante en la mirada,
amante en la espesura de quererte,
rebelde en la locura de sentirte
atada para siempre en los caminos
que llevan a los vinos de tu alcoba.
Dormida está la herida en la mañana,
erguida la mano que acampa en tu llanura,
y en tu cintura,
el sol se ha vestido de ocre entre los mayos
y te he amado de nuevo diferente,
porque has vuelto
al surco arrancado a lo inerte de mi entraña
y mi sueño ha temblado,
porque hoy he vuelto a verte
sin tenerte a mi lado,
apenas sin mañana,
sin abrirte las horas al delito de amarte
por encima de luces y de sombras…
y escaleras eternas a tu infinito.